PARA CRECER: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

El ingreso de las personas en forma de salarios, rentas, beneficios, utilidades, rendimientos, intereses, depende de la actividad productiva, misma que a su vez genera los bienes o servicios que satisfacen nuestras necesidades, a lo que los economistas llamamos riqueza real.

La venta de los productos permite a las empresas cubrir los costos de producción y con ello generar los ingresos a distribuir entre proveedores, trabajadores, administrativos, etc. En pocas palabras, la fuerza que genera el crecimiento económico, la producción, la riqueza y los ingresos es la actividad productiva generadora de empleos.

Los salarios remuneradores permiten activar la demanda y por ende las ventas. Como bien decía John Maynard Keynes: “La demanda efectiva es simplemente el ingreso global (o importe de ventas) que los empresarios esperan recibir, incluyendo los ingresos que hacen pasar a manos de los otros factores de la producción por medio del volumen de ocupación que deciden conceder” (Teoría General sobre la Ocupación, el Interés y el Dinero”: 52)

En México el Consumo de las familias de 1994 al 2013, representó en promedio el 65% de la demanda total interna, y el 52% de la demanda global (incluyendo exportaciones), lo que significa que son la base del mercado interno. Si sus ingresos salariales son deprimidos, las ventas de las empresas también lo serán, y con ello la producción y la creación de empleos, lo que genera un círculo perverso de bajo poder de compra, bajas ventas, baja producción, bajo empleo y bajo poder de compra: la economía se va comprimiendo sobre sí misma, sobre todo si reconocemos que el 62.5% de los ingresos de las familias provienen de trabajo subordinado (salarios), el 12.7% por trabajo independiente (autoempleo), el 16% por transferencias. Las cifras anteriores indican que los salarios representan para las familias su fuente principal de ingresos y la fuente de su poder de compra, es decir la posibilidad de venta de las empresas.

De acuerdo con las Encuestas de Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH), del 2008 al 2010 los salarios cayeron -2.3% en términos nominales (sin contar la pérdida del poder adquisitivo por la inflación) y del 2010 al 2012 solo crecieron 1.6%. El ingreso salarial mensual promedio de una familia de cuatro personas pasó de ser de 7 mil 116 pesos en 2008 a 6 mil 237 pesos en 2012, en términos constantes, esto es: descontando la inflación. El 70% de los hogares se apropió únicamente del 37% del ingreso nacional. Ello significa un bajo poder adquisitivo y un mercado interno deprimido.

Si a lo anterior agregamos que el 13% de los asalariados ganan un salario mínimo (s.m.), esto es 2 mil 018 pesos al mes en la zona A (principales áreas urbanas), el 24% de 1 a 2 s.m. (4 mil 036 pesos), el 22% de 2 a 3 s.m (6 mil 064 pesos) y el 15% de 3 a 5 (10 mil 090 pesos), nos daremos cuenta el por qué las ventas al menudeo de las principales tiendas departamentales han caído, y el por qué la confianza del consumidor se ha desplomado.

Para ser más gráficos el 46% de los asalariados gana menos de 196.74 pesos al día.

El otro asunto a considerar es que la fortaleza del mercado interno descansa en la clase media, cuyo poder de compra y capacidad de gasto es mucho mayor al de la clase baja y, en términos proporcionales a su ingreso, mucho mayor que la clase alta. La concentración del ingreso y la riqueza no favorece la expansión económica por el simple hecho de que no favorece las ventas. La población más rica no gasta en proporción a su ingreso lo que gasta la clase media, sin embargo para ser clase media tendremos que ganar entre 125 y 625 pesos diarios por persona (no por hogar), es decir entre 3 mil 750 pesos y 18 mil 750 pesos por persona al mes. Si las familias son en promedio de 4 personas ello significa un ingreso familiar mensual de entre 15 mil y 75 mil pesos mensuales. Eso, traducido a México, significa que la clase media está en el 20% de la población más rica del país, y el 80% restante es clase baja. La clase alta por su parte representa el 10% del 10% más rico de éste país.

De ahí la discusión para incrementar el salario mínimo. Los empresarios aluden que ello elevará sus costos de producción y con ello la inflación, pero la verdad es que lo que temen es que sus utilidades disminuyan, sin considerar que para tener utilidades deben vender su producción. La inflación no se elevará por una simple razón, tenemos una brecha de producto negativa, hay capacidad instalada ociosa en las empresas y no hay poder de compra. Un mayor salario reactivará la confianza del consumidor, las ventas y la producción. Al aumentar la productividad, los precios no tienen porque elevarse.

Un salario remunerador genera menor rotación de personal, lealtad y productividad, lo que en esencia es indispensable para reducir el costo unitario.

La discusión del salario mínimo no sólo es una obligación económica, es una obligación moral, es cuestión de equidad y de justicia.

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