Dos cosas han enloquecido a los mercados en esta semana, la primera fue el anuncio de la Reserva Federal de un nuevo programa de recompra por 400 mil millones de dólares, que supone canjear bonos de deuda del tesoro norteamericano con vencimiento menor a tres años, por bonos con vencimiento de entre 6 y 13 años.
Su idea principal es que las tasas de interés en el largo plazo disminuyan. En pocas palabras aumentar la oferta de estos bonos para hacer bajar las tasas de interés a toda costa, dado que las tasas de corto plazo ya están demasiado bajas ( entre 0 y 25%) y no se puede bajarlas más, y generar un ambiente de certidumbre de que las tasas se mantendrán bajas por un largo período para que las personas se motiven a gastar, adquirir créditos para comprar bienes y servicios como casas, autos y electrodomésticos y de esta forma reactivar la demanda interna (consumo) y que las empresas se motiven a incrementar la producción y así generar crecimiento económico.
Pero la medida anterior tiene un costo para los bancos pues su rentabilidad a futuro será menor, en tanto que el costo de operar los créditos no disminuirá, así que los bancos y los que saben de estas cosas no creen que la medida pueda ser efectiva, además de que ello confirma lo que todo mundo sabe pero no quiere aceptar, que la economía norteamericana camina directamente a una nueva recesión.
Otro punto que contribuye a esta volatilidad es que dicha decisión causó una fuerte polémica, primero entre los encargados de la política monetaria de la misma Reserva Federal, y en segundo entre los banqueros que ven canceladas las expectativas de rentabilidad en los préstamos que otorgarán a largo plazo (para ellos se está forzando artificialmente al mercado a bajar las tasas de interés) y los que saben de ello no creen que la medida pueda tener resultados positivos, sobre todo porque les parecen patadas de ahogado, en un momento en que a la Reserva Federal se le han acabado los instrumentos de política monetaria y el margen de acción para seguir actuando.
El banco central europeo, por otro lado, no está de acuerdo con este tipo de medidas y considera que el déficit fiscal debe ser el primer elemento a disminuir para estabilizar a las economías y así generar un ambiente propicio para el crecimiento económico, sin embargo Barak Obama sigue aplicando una política fiscal que ha incrementado su déficit a niveles sin precedente, haciendo caso omiso a los llamados de disciplina fiscal que hace la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea), es decir, no existen acuerdos sobre cuál es la mejor política económica para operar con la situación global de inestabilidad financiera, y los especuladores lo saben, se asustan y buscan un refugio seguro para su dinero.
La segunda noticia que impactó a los mercados fue la de los crecientes problemas financieros que están enfrentando los bancos Franceses y Alemanes y que según algunos pueden llevar a una nueva crisis en la eurozona cuyo impacto desestabilizará a la economía global.
Pero… ¿Qué tiene esto que ver con el peso?, pues es muy simple, durante los últimos dos años han entrado al país importantes cantidades de dólares que buscaban en los bonos de deuda del gobierno mexicano y en la bolsa de valores mayores rendimientos que los que podían encontrar en la eurozona, y Norteamérica, sobre todo porque los rendimientos y tasas de interés ofrecidos en nuestro mercado son superiores a aquellos, pero ante esta situación han decidido buscar mayor seguridad en el oro, ó, paradójicamente, en los bonos de deuda del tesoro norteamericano, así que salen de nuestro mercado vendiendo bonos y acciones por pesos, transformándolos en dólares y emigrando.
Como esto es resultado únicamente de la especulación y el temor, la depreciación del peso nada tiene que ver con nuestra economía, pero de que nos afecta nos afecta, y lo peor que podemos hacer son compras de pánico de dólares, lo que haría depreciar aún más nuestra moneda generando otro tipo de problemas como mayor inflación, menor inversión y consumo precipitándonos a lo que no queremos llegar, una nueva recesión.
¿Cuánto durará esto? Es difícil de decir, pues el dinero mueve al mundo, y quién más dinero tiene, tiene más poder sobre el mercado, así que su avaricia, temor o especulación nos tiene a todos sobre la cuerda floja.
Para evitar los efectos negativos de la depreciación del peso sobre nuestra economía más vale tomar decisiones en pro de nuestra moneda, y como alternativa podemos comprar monedas de plata, que están disponibles para todos, nos cubren contra la inflación, y nos cubren contra la depreciación del peso, sin olvidar que su rendimiento no es especulativo, sino de largo plazo.
¿Cuándo se detendrá la caída del peso?, no lo sabe nadie, pues como he dicho depende del temor, avaricia y especulación de los grandes inversionistas financieros, y si Estados Unidos no entra en recesión, el dólar volverá a los niveles de $11.50 aproximadamente.
¿POR QUÉ GRECIA ESTÁ HACIENDO TEMBLAR AL MUNDO?
Grecia ha sido uno de los países más golpeados por la crisis financiera-económica internacional que comenzó en 2007, aunque no se reconoció hasta 2008, con el episodio de la crisis hipotecaria en Estados Unidos (crisis subprime).
Su producto interno bruto (PIB) se ha desplomado un -2.3% en 2009, -4.5% en 2010, y se espera un -5.3% para este 2011. Ello significa que la recaudación de impuestos también ha disminuido significativamente y que por lo tanto está a escasos dos meses de declararse en quiebra es decir, no podrá cubrir sus pensiones y programas de gasto público, y mucho menos su deuda pública (deuda soberana o de gobierno), que en teoría es la más segura dentro de los diversos instrumentos de inversión que se cotizan en los mercados internacionales de bonos, acciones y dinero.
Para Grecia se ha autorizado ya un primer programa de rescate por 110 mil millones de euros, y está en la línea un segundo programa de rescate por 109 mil millones. El primer programa se adjudicó en 6 tramos, el último aún está pendiente hasta que el gobierno griego aplique serias medidas de reducción de su gasto público, privatización de empresas y elevación de impuestos, para garantizar la disminución de su déficit fiscal que ronda el 10.5% de su PIB, cuando la meta que le fue impuesta es del 7.6%.
El problema es que la economía griega es cada vez más pequeña, y con ella la recaudación de ingresos, de forma que en una especie de hoyo negro, la economía se encoje e igualmente crece la probabilidad de no poder cumplir con la meta.
Con respecto al segundo programa de rescate, ciertos países de la zona como Finlandia entre otros, son reacios a aceptar que se aplique hasta que el gobierno griego no cumpla con las metas requeridas del primer paquete.
La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, han decidido posponer hasta octubre la aplicación del sexto tramo del primer paquete de ayuda, y ello pone a temblar a los mercados internacionales, sobre todo porque de una deuda griega de 146 mil millones de dólares, 100 mil millones están en bancos franceses, alemanes e ingleses, lo que cuestiona la estabilidad del sistema financiero europeo.
El riesgo de incumplimiento del pago de la deuda griega pasó de 250 puntos porcentuales, en noviembre de 2008, a 2 750 puntos en septiembre de éste 2011 y ello, ha convulsionado a las bolsas de valores internacionales que se mueven en una especie de montaña rusa ante la incertidumbre sobre una probable moratoria del gobierno griego y sus repercusiones en el sistema financiero europeo, con los consecuentes efectos de contagio sobre Irlanda, Portugal, España e Italia.
A lo anterior hay que agregar el proceso de estancamiento económico de las principales economías desarrolladas (EUA, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra) que amenaza en convertirse en recesión a fines de este año o a principios del 2012.
Si bien las economías emergentes como Brasil, Rusia, India y China (BRICs) han mostrado un mayor dinamismo económico, no tienen el peso ni el efecto de arrastre suficiente para generar el crecimiento global y sustituir a las grandes economías.
Grecia se ha convertido así en el primer detonador de una probable crisis financiera internacional, para cumplir con la maligna profecía de la crisis en forma de W.
¿Qué nos queda a los simples mortales frente este escenario internacional?, prudencia en el manejo de nuestros gastos y decisiones de endeudamiento. No podemos pasar por alto esta situación y seguir gastando el dinero como si estuviéramos en un período de bonanza, así que si usted planea tomar un crédito compare tasas y condiciones entre los distintos bancos y sobre todo evalué el futuro gasto como un porcentaje de su ingreso, sin olvidar que sus deudas no deben sobrepasar el 30% de sus ingresos.
Su producto interno bruto (PIB) se ha desplomado un -2.3% en 2009, -4.5% en 2010, y se espera un -5.3% para este 2011. Ello significa que la recaudación de impuestos también ha disminuido significativamente y que por lo tanto está a escasos dos meses de declararse en quiebra es decir, no podrá cubrir sus pensiones y programas de gasto público, y mucho menos su deuda pública (deuda soberana o de gobierno), que en teoría es la más segura dentro de los diversos instrumentos de inversión que se cotizan en los mercados internacionales de bonos, acciones y dinero.
Para Grecia se ha autorizado ya un primer programa de rescate por 110 mil millones de euros, y está en la línea un segundo programa de rescate por 109 mil millones. El primer programa se adjudicó en 6 tramos, el último aún está pendiente hasta que el gobierno griego aplique serias medidas de reducción de su gasto público, privatización de empresas y elevación de impuestos, para garantizar la disminución de su déficit fiscal que ronda el 10.5% de su PIB, cuando la meta que le fue impuesta es del 7.6%.
El problema es que la economía griega es cada vez más pequeña, y con ella la recaudación de ingresos, de forma que en una especie de hoyo negro, la economía se encoje e igualmente crece la probabilidad de no poder cumplir con la meta.
Con respecto al segundo programa de rescate, ciertos países de la zona como Finlandia entre otros, son reacios a aceptar que se aplique hasta que el gobierno griego no cumpla con las metas requeridas del primer paquete.
La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, han decidido posponer hasta octubre la aplicación del sexto tramo del primer paquete de ayuda, y ello pone a temblar a los mercados internacionales, sobre todo porque de una deuda griega de 146 mil millones de dólares, 100 mil millones están en bancos franceses, alemanes e ingleses, lo que cuestiona la estabilidad del sistema financiero europeo.
El riesgo de incumplimiento del pago de la deuda griega pasó de 250 puntos porcentuales, en noviembre de 2008, a 2 750 puntos en septiembre de éste 2011 y ello, ha convulsionado a las bolsas de valores internacionales que se mueven en una especie de montaña rusa ante la incertidumbre sobre una probable moratoria del gobierno griego y sus repercusiones en el sistema financiero europeo, con los consecuentes efectos de contagio sobre Irlanda, Portugal, España e Italia.
A lo anterior hay que agregar el proceso de estancamiento económico de las principales economías desarrolladas (EUA, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra) que amenaza en convertirse en recesión a fines de este año o a principios del 2012.
Si bien las economías emergentes como Brasil, Rusia, India y China (BRICs) han mostrado un mayor dinamismo económico, no tienen el peso ni el efecto de arrastre suficiente para generar el crecimiento global y sustituir a las grandes economías.
Grecia se ha convertido así en el primer detonador de una probable crisis financiera internacional, para cumplir con la maligna profecía de la crisis en forma de W.
¿Qué nos queda a los simples mortales frente este escenario internacional?, prudencia en el manejo de nuestros gastos y decisiones de endeudamiento. No podemos pasar por alto esta situación y seguir gastando el dinero como si estuviéramos en un período de bonanza, así que si usted planea tomar un crédito compare tasas y condiciones entre los distintos bancos y sobre todo evalué el futuro gasto como un porcentaje de su ingreso, sin olvidar que sus deudas no deben sobrepasar el 30% de sus ingresos.
MÉXICO: ¿DE NUEVO UNA RECESIÓN POR CONTAGIO?
La economía norteamericana de nuevo muestra claros signos de desaceleración económica; sus pronósticos de crecimiento para este año pasaron de poco más del 3% al principio del año a un poco más del 1.5% en este mes de septiembre, adicionalmente su tasa de desempleo continua siendo de un 9% (elevada para una economía que cuenta con seguro de desempleo), y el nivel de confianza de sus consumidores, en el mismo período, ha disminuido de un índice de 75 a un nivel de 55. Lo anterior significa un débil mercado interno y un agotamiento de sus fuentes de crecimiento económico.
La pregunta es: ¿cómo afecta esto a la economía Mexicana?, y la respuesta es realmente sencilla, nuestro modelo de “desarrollo hacia afuera”, basado en el crecimiento del sector exportador, nos ha llevado a una creciente dependencia del mercado externo, en especial de la economía norteamericana hacia la cual exportamos alrededor del 80% del total de nuestras exportaciones.
En los últimos dos años y medio, las exportaciones han representado en promedio el 31% de nuestra producción total (PIB), mientras que las importaciones representan un 32% en promedio. La suma de exportaciones más importaciones, a la que llamamos volumen de comercio exterior, significan el 63% del PIB, mientras que el gasto que las familias realizan en bienes y servicios (consumo agregado) es el 69% de nuestra producción interna. Lo anterior significa que el mercado externo y el mercado interno basado principalmente en el consumo de las familias tienen aproximadamente el mismo tamaño, eso nos hace una economía muy abierta y dependiente del comercio internacional.
Debemos recordar que las importaciones no forman parte de nuestra producción, sino la de nuestro principal socio comercial (Estados Unidos), de forma que si sumamos el consumo de las familias y las exportaciones tendremos que un 95% de nuestra producción depende de nuestro poder de compra (ingresos de las familias sin inflación) y el poder de compra de nuestros principales socios comerciales.
La mala noticia es que en México los ingresos de los asalariados han ido disminuyendo, el trabajo informal se ha ido incrementando, y las prestaciones a los trabajadores son cada vez menores, ello significa que las fuentes de crecimiento interno para nosotros son más débiles, y que el proceso de expansión que vivimos durante el 2010 es resultado del arrastre que la economía norteamericana ejerció sobre la mexicana a través del incremento en las exportaciones durante dicho año.
Pero ahora los datos se tornan grises, a partir de junio, y durante julio de éste año las exportaciones mexicana perdieron mercado en Estados Unidos de acuerdo con el Departamento de Comercio de dicho país, pasando de un 12.8% durante marzo a un 11.2% durante julio, y nuestras exportaciones totales, manufactureras y agropecuarias muestran dos meses continuos de tasas de crecimiento negativas (caídas) de aproximadamente un 8%.
Dada la importancia de la participación del sector externo en la producción del país, es fácil deducir que al igual que durante el 2008 y 2009 la tasa de crecimiento acumulada anual ya es negativa durante el primer semestre de este 2011, siendo sus valores de -4.4% de enero a marzo y de -1.4% de abril a junio, aun cuando la tasa de crecimiento anual sigue siendo positiva con 4.6% y 3.3% en las mismas fechas, sin embargo es fácil intuir que éstas últimas cifras pronto entrarán en el renglón de los número negativos.
Si no rescatamos el mercado interno y mejoramos el mercado laboral y la inversión productiva del país, seguiremos dependiendo de los vaivenes del comercio internacional, en especial de nuestro vecino del norte, y para ello necesitamos una política fiscal e industrial que promueva la generación de riqueza mediante la producción de bienes y servicios y la generación de empleos remunerativos y de calidad. En resumidas cuentas un clima de certidumbre fiscal para las empresas y menores trámites burocráticos y obstáculos para la creación de todo tipo de empresas, pero en especial aquellas que se enfocan a la satisfacción de las demandas del mercado interno (familias mexicanas).
La pregunta es: ¿cómo afecta esto a la economía Mexicana?, y la respuesta es realmente sencilla, nuestro modelo de “desarrollo hacia afuera”, basado en el crecimiento del sector exportador, nos ha llevado a una creciente dependencia del mercado externo, en especial de la economía norteamericana hacia la cual exportamos alrededor del 80% del total de nuestras exportaciones.
En los últimos dos años y medio, las exportaciones han representado en promedio el 31% de nuestra producción total (PIB), mientras que las importaciones representan un 32% en promedio. La suma de exportaciones más importaciones, a la que llamamos volumen de comercio exterior, significan el 63% del PIB, mientras que el gasto que las familias realizan en bienes y servicios (consumo agregado) es el 69% de nuestra producción interna. Lo anterior significa que el mercado externo y el mercado interno basado principalmente en el consumo de las familias tienen aproximadamente el mismo tamaño, eso nos hace una economía muy abierta y dependiente del comercio internacional.
Debemos recordar que las importaciones no forman parte de nuestra producción, sino la de nuestro principal socio comercial (Estados Unidos), de forma que si sumamos el consumo de las familias y las exportaciones tendremos que un 95% de nuestra producción depende de nuestro poder de compra (ingresos de las familias sin inflación) y el poder de compra de nuestros principales socios comerciales.
La mala noticia es que en México los ingresos de los asalariados han ido disminuyendo, el trabajo informal se ha ido incrementando, y las prestaciones a los trabajadores son cada vez menores, ello significa que las fuentes de crecimiento interno para nosotros son más débiles, y que el proceso de expansión que vivimos durante el 2010 es resultado del arrastre que la economía norteamericana ejerció sobre la mexicana a través del incremento en las exportaciones durante dicho año.
Pero ahora los datos se tornan grises, a partir de junio, y durante julio de éste año las exportaciones mexicana perdieron mercado en Estados Unidos de acuerdo con el Departamento de Comercio de dicho país, pasando de un 12.8% durante marzo a un 11.2% durante julio, y nuestras exportaciones totales, manufactureras y agropecuarias muestran dos meses continuos de tasas de crecimiento negativas (caídas) de aproximadamente un 8%.
Dada la importancia de la participación del sector externo en la producción del país, es fácil deducir que al igual que durante el 2008 y 2009 la tasa de crecimiento acumulada anual ya es negativa durante el primer semestre de este 2011, siendo sus valores de -4.4% de enero a marzo y de -1.4% de abril a junio, aun cuando la tasa de crecimiento anual sigue siendo positiva con 4.6% y 3.3% en las mismas fechas, sin embargo es fácil intuir que éstas últimas cifras pronto entrarán en el renglón de los número negativos.
Si no rescatamos el mercado interno y mejoramos el mercado laboral y la inversión productiva del país, seguiremos dependiendo de los vaivenes del comercio internacional, en especial de nuestro vecino del norte, y para ello necesitamos una política fiscal e industrial que promueva la generación de riqueza mediante la producción de bienes y servicios y la generación de empleos remunerativos y de calidad. En resumidas cuentas un clima de certidumbre fiscal para las empresas y menores trámites burocráticos y obstáculos para la creación de todo tipo de empresas, pero en especial aquellas que se enfocan a la satisfacción de las demandas del mercado interno (familias mexicanas).
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