PIRATERÍA, CONTRABANDO Y FALSIFICACIÓN: COSTO ECONÓMICO MUNDIAL

De acuerdo con Euromonitor Internacional en su documento “Como Entender El Impacto Del Comercio Ilícito En Los Negocios Alrededor Del Mundo”, se estima que el valor total del Comercio Ilícito y actividades transnacionales se estima entre un 8% y un 15% del Producto Interno Bruto Mundial, aproximadamente 12 billones de dólares durante 2014, equivalente el PIB total de China en dicho año, y las industrias más afectadas son las de productos farmacéuticos, tabaco, bebidas alcohólicas, productos de belleza y de cuidado personal, aparatos electrónicos, productos alimenticios etc.

Las implicaciones negativas atañen a todos: productores, consumidores y gobierno, los primeros ven reducidos sus ingresos, los segundos pueden ser afectados en su salud y bienestar, y el gobierno deja de recaudar, reduciendo su gasto público en infraestructura, salud etc.

El problema es que no existe una definición común y estandarizada sobre el concepto que permita su adecuada cuantificación y por lo tanto la obtención de cifras y medidas necesarias para evitarlo. Los términos van desde comercio informal, comercio ilegal, comercio no registrado etc. A pesar de ello en el estudio se define como la importación y exportación, las ventas y compras de bienes que no cumplen con las leyes establecidas en cada país y que abarca fenómenos como: contrabando, falsificación, piratería, producción informal (evasión de impuestos), y reventa de productos caducos, e incluso la venta de productos originales sin el consentimiento del propietario de la marca.

En el caso de las bebidas alcohólicas, se estima que el mercado ilegal en 80 países contabilizó 253 millones de litros en 2014, equivalente a 1 billón 506 mil millones de dólares y el 15% se realiza en América Latina, siendo la cerveza el principal producto comerciado con el 78% del total, seguido por el vino y las bebidas espirituales. Se estima que el 25% de las bebidas alcohólicas consumidas en A.L. son ilícitas. El 18% de las ventas se realizan en México y el 63% en Brasil; 42% son bebidas artesanales ilegales y 39.4% son bebidas falsificadas, con graves implicaciones en términos de salud.

Este mercado ilegal se constituye gracias a la debilidad de las instituciones y sus leyes, la corrupción y la falta de conocimiento por parte de los consumidores y solo puede ser resuelto mediante la cooperación entre los industriales afectados y el gobierno y concientizando a la población de los riesgos que corren al consumir dichos productos.

Este tipo de actividades disminuyen la inversión productiva y con ella la generación de empleos e ingresos para la población, aun cuando existe la posibilidad de adquirir un producto de marca a un precio menor, los beneficios personales obtenidos de ello son menores a los costos sociales generados por dicha actividad ilícita.

LO QUE TRUMP NO QUIERE RECONOCER SOBRE MIGRACIÓN

Contrariamente a lo que se piensa, las remesas no representan una sangría para el país huésped, pues la riqueza generada en el mismo es mucho mayor que el envío de remesas al país de origen, ya que nadie envía el 100% de su sueldo, de hecho se estima que envían entre el 10 y el 16% de sus ingresos.

De acuerdo con diversos números de del Anuario de Remesas y Migración México, en 2014 residieron en Estados Unidos 35.8 millones de personas de origen Mexicano, de las cuales 12 millones son de 2ª generación y también 12 millones de tercera generación.

Todos los migrantes pagan impuestos de forma directa o indirecta, y de acuerdo con la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración y el Instituto Urbano, los migrantes pagan alrededor de 90 mil millones de dólares en impuestos y sólo utilizan 5 mil millones en beneficios públicos. Como puede observarse son contribuyentes netos y el 60% no tiene acceso a servicios de salud.

La migración tiene un efecto contra-cíclico en la economía al facilitar la flexibilidad laboral a través de la movilidad demográfica y entre sectores productivos, reduce los costos de producción y aporta, con impuestos y productividad, al crecimiento económico.

La fuerza de trabajo mexicana también compensa el mercado laboral, su contratación es sumamente flexible, toman los empleos que los nacionales no quieren y en épocas de recesión permiten el ajuste del mercado laboral, pues la tasa de desempleo de mexicanos siempre es la más alta (durante 2009 fue de 11.6% en promedio, muy por encima de la tasa total de desempleo del 7.1%), elevan la productividad de la fuerza de trabajo local, y ayudan a las microempresas a seguir siendo competitivas.

El 70% de los migrantes llegan a una edad de elevada productividad, una vez que el país de origen se hizo cargo de los gastos de educación, y en el caso de nuestros compatriotas, el 67% está en edad productiva: entre 18 y 49 años de edad.

En 2006 los migrantes mexicanos legales e ilegales contribuyeron con el 3.7% del PIB de aquella nación, en 2011 con el 4% y se estima que en 2013 la contribución fue del 8%, si se suman las aportaciones que los mexicanos de 2ª y 3ª generación realizaron; ello significó 1.23 billones de dólares más a la economía norteamericana y se estima que pagaron al fisco 50 mil millones de dólares, que es el doble de lo que envían en remesas a nuestro país.

El 7.4% del consumo total de las familias, en Estados Unidos, corresponde a familias de origen mexicano.

En el estado de California, que es aproximadamente la 4ª economía a nivel mundial por el tamaño del PIB, se estimó que, en 2011, los migrantes generaron el 12%, el 10% en Nevada y la misma cantidad para Arizona y Texas.

El trabajo de los migrantes aporta al PIB agrícola el 18% del total y en California, el 90% de los trabajadores agrícolas son mexicanos. En cuanto a la construcción generan 13% del PIB y también el 13% para servicios y alojamientos.

Si los inmigrantes fueran legalizados los efectos multiplicadores se incrementarían por su acceso a créditos que les permitiría elevar su consumo de casas, autos y otros bienes, elevando a su vez la recaudación de impuestos.

LA DIFERENCIA ENTRE GASTAR BIEN Y COMPRAR BIEN

El comprar y el gastar bien son conceptos que aplican tanto a la empresa, como al gobierno y los consumidores, de hecho son conceptos que tienen que estar bien anclados en la mente de toda persona.

El comprar bien es parte del gastar bien, pero no deben ser confundidos.

Comprar Bien supone analizar el mercado, si se es un empresario supone un conocimiento profundo de los proveedores existentes, comparar tiempos de entrega, calidad, precio, contenido, servicio, experiencia, seriedad y valor agregado.

Lo anterior aplica al consumidor añadiendo el no sucumbir a las tentaciones (comprar por impulso), comprar en temporada baja y analizar qué tipo de compras conviene hacer de mayoreo.

Quién compra bien dedica tiempo a investigar el mercado, recaba información, analiza presupuestos, condiciones comerciales como intereses, penalizaciones, seguros etc., pide corridas financieras, analiza los productos ofrecidos, los contenidos y hace pruebas; no se trata solo de comprar más barato, error frecuente en el que todos incurrimos, el ahorro mal entendido genera mayores gastos a futuro si no se estudió correctamente la compra.

Por su parte Gastar Bien significa gastar menos de lo que se gana, tener un presupuesto previo, realizar un diagnóstico de gasto y establecer metas claras de ahorro e inversión. Si se es empresario es indispensable analizar los costos y reducirlos sin sacrificar calidad ni servicios. El diagnóstico permite identificar los gastos necesarios de los superfluos para eliminar el gasto hormiga y el gasto improductivo, supone una visión de largo plazo que permitirá incrementar el patrimonio y potencializar el crecimiento ya sea como empresa o como persona, lograr que el dinero rinda, eliminar los desperdicios, reciclarlos y aprovechar al máximo mis activos.

Tomar conciencia de éstas diferencias mejorara la administración de nuestros recursos.

GUADALAJARA DEBE EVITAR LOS PROBLEMAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO

El problema de contingencia ambiental en la megalópolis de la Ciudad de México no es causa del error de los gobernadores recientes, es un conjunto de errores que se han ido acumulando en el tiempo y que abarcan a distintos gobiernos y distintos partidos políticos. Es básicamente un error de planeación urbana relacionado con falta de regulación ambiental, debilidad en la aplicación de los programas de verificación, falta de infraestructura adecuada para ciclistas y peatones, aplicación de desincentivos para el uso del auto particular y aplicación de políticas que busquen un desarrollo regional equilibrado y desconcentración industrial mediante el impulso de ciudades medias y pequeñas.

De acuerdo con el Centro Mario Molina, en Alemania existe un proyecto que ha establecido zonas control en regiones con alta concentración vehicular y problacional, dichas zonas se denominan zonas de baja emisión (ZBE) y los resultados han sido sorprendentemente buenos.

En dichas zonas la ley se aplica de forma irrestricta, se limita el ingreso a autos particulares y al transporte pesado, se mejora la infraestructura urbana para movilidad no motorizada, se incorporan transporte público no contaminante de alto desempeño ambiental (trenes eléctricos, tranvías, metro) con interconexiones eficientes, se establecen altas tarifas para los estacionamientos y estacionamientos disuasivos en la periferia de la zona.

Ese estudio establece que en México, el 17% de la emisión de gases invernadero provienen del transporte, en espeical del auto particular que es el que más contamina en las áreas metropolitanas. Tan solo en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) dichas emisiones generan el 31% de la contaminación total, generando severos problemas de salud pública y, si se cumplirán las normas de calidad del aire, se podrían evitar 750 casos de muertes prematuras al año asociadas a la contaminación ambiental.

En México el auto particular se ha convertido en una necesidad, pero también es un asunto aspiracional, los gobiernos han dado prioridad al uso de dicho transporte al descuidar la calidad y cantidad de transporte público. En lugar de priorizar la infraestructura de transporte no contaminante, se han enfocado en la construcción de infraestructura vial: segundos pisos en el periférico, ampliación de avenidas, proyectos de coordinación para facilitar el tránsito y el flujo vehicular. Este tipo de acciones, de corto plazo y más baratas, junto con la falta de medidas responsables y de largo plazo, promueven el uso de vehículos particulares y acrecientan la necesidad de contar con uno.

El 73% de los automóviles particulares se concentran en las tres megalópolis más importantes del país, la mayor es la Ciudad de México, que de acuerdo con el INEGI, en el 2013 concentró una población de 20 millones 117 mil habitantes, esto es el 17.8% del total nacional, y generó el 26.3% de la producción bruta total. La Zona Metropolitana del Valle de México se constituye por 16 delegaciones y 60 municipios conurbados y en 2013 tenía registrados 8 millones 520 mil vehículos de transporte, de los cuales el 87% son autos particulares.

Guadalajara, por su parte, es la segunda megalópolis de acuerdo al tamaño de su población, con 4 millones 435 habitantes, generó el 4.1% de la producción bruta total y el 5.3% del personal ocupado. La zona metropolitana se constituye por 8 municipios conurbados, con ya graves problemas de movilidad y contaminación. El parque vehicular, en 2014, fue 3 millones 113 mil vehículos de los cuales 1 millón 814 mil son particulares, esto es el 58.3%, sin embargo la capacidad de carga vial era de 1 millón de vehículos. Las tasas de crecimiento de dicho parque vehicular se encuentran entre un 5% y un 9% anual.

Según el estudio “Jalisco a Futuro”, 400 autos se suman diariamente al tráfico y cada vehículo compacto genera, anualmente, 2.24 toneladas de CO2 . Adicionalmente tenemos el nada honroso 2° lugar a nivel nacional en muertes por accidentes de autos, un 30% más que en la Ciudad de México.

Aunque las condiciones geográficas nos favorecen al no ser un valle como en la Ciudad de México, si no enfocamos los esfuerzos en el desarrollo de un eficiente y suficiente transporte público de baja contaminación, seguiremos incentivando el uso del vehículo particular y por ello favoreciendo los congestionamiento, la pérdida de tiempo en el traslado y su consecuente pérdida de productividad, el incremento en la contaminación y en enfermedades relacionadas así como estrés ocasionado por los problemas de movilidad.