Las remesas son los envíos de dinero que los emigrantes envían a sus familiares que permanecieron en su país de origen. Provienen básicamente de los sueldos y salarios por el trabajo que realizan en el lugar de destino, mismos que son resultado de la generación riqueza mediante la producción de bienes y servicios, pago de impuestos y complementación de mano de obra.
El envío de dinero es resultado de la existencia de lazos familiares. Detrás de estos envíos hay valores fundamentales para el ser humano como la solidaridad, responsabilidad, compromiso, respaldo, protección, afecto, filiación y apego entre otros.
Para la familia receptora es un factor indispensable para su supervivencia. Representa la oportunidad de mejorar su calidad de vida, de aliviar la pobreza, de mejorar la vivienda, de pagar los estudios etc. Diversos estudios han comprobado que 80 centavos de cada peso recibido se gastan en necesidades elementales como alimentación, calzado, vestido y vivienda.
A nivel del país, las remesas representan nuestra segunda fuente de divisas, después de las exportaciones manufactureras. De enero a junio de 2012 generaron un 180% más divisas que la actividad turística, 170% más que la exportación de productos agropecuarios, un 400% más que la exportación de la industria extractiva (minerales). Son 123% más que la inversión extranjera directa en el país, y fueron casi el doble que el incremento de las reservas internacionales para el mismo período, equivalen el 38% de la exportación petrolera y al 7% de la exportación de manufacturas. Se puede decir que por sí solas constituyen un sector productivo.
Contrariamente a lo que se piensa, las remesas no representan una sangría para el país huésped, pues la riqueza generada en el mismo es mucho mayor que el envío de remesas al país de origen, ya que nadie envía el 100% de su sueldo, de hecho se estima que envían entre el 10 y el 16% de sus ingresos. Adicionalmente muchos de estos migrantes mexicanos son contribuyentes netos por ejemplo: en el caso de mexicanos en Estados Unidos muchos de ellos no reciben beneficios de seguridad social y 60% no tiene acceso a servicios de salud. El 7.4 del consumo total de las familias en Estados Unidos corresponde a familias de origen mexicano. La fuerza de trabajo mexicana también ayuda a compensar el mercado laboral, su contratación es sumamente flexible, toman los empleos que los nacionales no quieren y en épocas de recesión permiten el ajuste del mercado laboral, pues la tasa de desempleo de mexicanos es más alta que la de los nacionales (durante 2009 fue de 11.6% en promedio, muy por encima de la tasa total de desempleo del 7.1%), además eleva la productividad de la fuerza de trabajo local, y ayuda a las microempresas a seguir siendo competitivas.
La migración se ha visto más con ojos xenofóbicos (miedo o rechazo a los extranjeros) que con objetividad. No es un fenómeno nuevo, desde tiempos remotos el hombre ha emigrado, conquistando nuevos territorios, expandiendo sus fronteras, integrando sociedades y difundiendo su cultura.
Analizado correctamente todos salen beneficiados.
LA INFLACIÓN NO ES LA MISMA PARA TODOS
Todo mundo entiende que un incremento en la inflación indica una pérdida de poder adquisitivo del dinero, es decir nos alcanza para menos; pero lo que no todo mundo puede hacer es interpretar la compleja información con respecto a la inflación que emite el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), así tenemos que hay inflación subyacente y no subyacente, la inflación de la canasta básica, la inflación por objeto de gasto, la de consumo individual por finalidades y, por estrato de ingreso y objeto de gasto.
Lo que debemos recalcar es que los efectos negativos de la inflación no son los mismos para toda la población, pues depende del monto de gasto que realicemos en ciertos bienes y de la ciudad en la que estemos así como del proceso de escasez de los productos que necesitamos, y por si ello no fuera suficiente, debemos considerar como se ha ido comportando el incremento en los salarios con respecto al incremento en los precios.
En resumen la inflación no es igual para todos, y hay ciertos segmentos de la población que la recienten en mayor medida.
Para aclarar bastan algunos ejemplos:
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares en 2008, los mexicanos en promedio gastamos, en orden decreciente, de cada 100 pesos, $1.59 en tortillas de maíz, $1.58 en leche, $1.56 en cerveza, $1.55 en gas doméstico LP, $1.32 en pollo y $1.15 en refrescos envasados, $1.08 en pan blanco, de caja y de dulce, 62 centavos en huevos, 12 centavos en sopa de pasta, entre otras muchas cosas.
Si bien el índice nacional de precios al consumidor (INPC) tuvo una variación de julio del 2011 a julio de 2012 de 4.42%, la de la canasta básica fue 6.19%, alimentos, bebidas y tabaco 8.22%, en tanto que la inflación en huevo fue 19.25%, maíz 16.61%, carne de res 16.18%, tortilla de maíz 11.49 %, cerdo 7.47%, pollo 8.43%, pan 6.35%, tostada 5.33%, cerveza 4.98%, leche 4.27%, refrescos envasados 4.08%.
Si consideramos la inflación por estrato de ingreso tenemos que para quienes ganan un salario mínimo la inflación en alimentos bebidas y tabaco, del mismo periodo, fue 4.95%, para quienes perciben de 1 a 3 salarios mínimos de 5.13%, de 3 a 6 salarios mínimos 4.91% y más de seis salarios mínimos 4.43%.
Un dato curioso es cuando calculamos la inflación de la canasta básica con la calculadora del INEGI nos da un 73.39% de inflación anual de julio 2011 a julio 2012, en tanto que la variación del INPC de dicha canasta es de solo 6.19% en el mismo periodo, lo que nos lleva a destacar lo complejo que es entender el fenómeno inflacionario y más aún la percepción que de él tenemos.
Todo esto sin considerar que por ciudad estos datos difieren y en el caso de Jalisco donde la gripe aviar mermo la producción de pollo y huevo, el impacto inflacionario es mucho mayor. Así en Guadalajara fue de 3.82% y en Tepatitlán de 6.0%, de hecho esta fue la ciudad con el mayor incremento a nivel nacional.
Como podemos observar el efecto de la inflación en nuestro bolsillo difiere para cada uno, en función no solo de los bienes de nuestra canasta básica: marcas, contenido, peso neto, presentación, etc. con respecto a la canasta construida por el INEGI, sino también en función de la ciudad dónde vivimos, y el incremento real de nuestros ingresos.
Comparando con la inflación, el incremento en el ingreso nominal promedio al segundo trimestre del 2012 fue de 2.8%, mientras que en el salario base de cotización del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fué de 4.2%, y el incremento del salario contractual de empresas privadas de 4.5%.
El incremento en precios y la diferencia con respecto al incremento en salarios impactan en nuestro poder adquisitivo, así como en nuestra percepción de la inflación.
Lo que debemos recalcar es que los efectos negativos de la inflación no son los mismos para toda la población, pues depende del monto de gasto que realicemos en ciertos bienes y de la ciudad en la que estemos así como del proceso de escasez de los productos que necesitamos, y por si ello no fuera suficiente, debemos considerar como se ha ido comportando el incremento en los salarios con respecto al incremento en los precios.
En resumen la inflación no es igual para todos, y hay ciertos segmentos de la población que la recienten en mayor medida.
Para aclarar bastan algunos ejemplos:
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares en 2008, los mexicanos en promedio gastamos, en orden decreciente, de cada 100 pesos, $1.59 en tortillas de maíz, $1.58 en leche, $1.56 en cerveza, $1.55 en gas doméstico LP, $1.32 en pollo y $1.15 en refrescos envasados, $1.08 en pan blanco, de caja y de dulce, 62 centavos en huevos, 12 centavos en sopa de pasta, entre otras muchas cosas.
Si bien el índice nacional de precios al consumidor (INPC) tuvo una variación de julio del 2011 a julio de 2012 de 4.42%, la de la canasta básica fue 6.19%, alimentos, bebidas y tabaco 8.22%, en tanto que la inflación en huevo fue 19.25%, maíz 16.61%, carne de res 16.18%, tortilla de maíz 11.49 %, cerdo 7.47%, pollo 8.43%, pan 6.35%, tostada 5.33%, cerveza 4.98%, leche 4.27%, refrescos envasados 4.08%.
Si consideramos la inflación por estrato de ingreso tenemos que para quienes ganan un salario mínimo la inflación en alimentos bebidas y tabaco, del mismo periodo, fue 4.95%, para quienes perciben de 1 a 3 salarios mínimos de 5.13%, de 3 a 6 salarios mínimos 4.91% y más de seis salarios mínimos 4.43%.
Un dato curioso es cuando calculamos la inflación de la canasta básica con la calculadora del INEGI nos da un 73.39% de inflación anual de julio 2011 a julio 2012, en tanto que la variación del INPC de dicha canasta es de solo 6.19% en el mismo periodo, lo que nos lleva a destacar lo complejo que es entender el fenómeno inflacionario y más aún la percepción que de él tenemos.
Todo esto sin considerar que por ciudad estos datos difieren y en el caso de Jalisco donde la gripe aviar mermo la producción de pollo y huevo, el impacto inflacionario es mucho mayor. Así en Guadalajara fue de 3.82% y en Tepatitlán de 6.0%, de hecho esta fue la ciudad con el mayor incremento a nivel nacional.
Como podemos observar el efecto de la inflación en nuestro bolsillo difiere para cada uno, en función no solo de los bienes de nuestra canasta básica: marcas, contenido, peso neto, presentación, etc. con respecto a la canasta construida por el INEGI, sino también en función de la ciudad dónde vivimos, y el incremento real de nuestros ingresos.
Comparando con la inflación, el incremento en el ingreso nominal promedio al segundo trimestre del 2012 fue de 2.8%, mientras que en el salario base de cotización del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fué de 4.2%, y el incremento del salario contractual de empresas privadas de 4.5%.
El incremento en precios y la diferencia con respecto al incremento en salarios impactan en nuestro poder adquisitivo, así como en nuestra percepción de la inflación.
¿QUIÉNES SON LOS PIGS?
PIGS su traducción al inglés es literalmente cerdos y es el acrónimo por medio del cual los medios financieros de la eurozona, en especial los anglosajones, se refieren al grupo de paises del sur de la unión monetaria europea que han sufrido las peores consecuencias de la crisis económica. Dichos países son Portugal, Irlanda, Grecia y España, y en ocasiones se agrega Italia PIIGS. Estos países se caracterizan por su abultado déficit fiscal y su elevada deuda externa como porcentaje del producto interno bruto.
Para reducir dicho déficit estos países han aplicado medidas fiscales recesivas reduciendo drásticamente el gasto público: salarios, empleo público, deducciones fiscales e inversión pública, y elevando los impuestos incrementando el costo para su población que se traduce en una caída importante de los servicios públicos, las pensiones, los gastos en salud y la seguridad social, lo que eleva a niveles sin precedentes las tasas de pobreza, como puede verse en la tabla abajo.
DÉFICIT FISCAL COMO % DEL PIB
PAÍS 2009 2011 2013e
Portugal 10.2% 4.2% 3.0%
Irlanda 14% 13.1% 7.5%
Italia 5.4% 31.2% 1.5%
Grecia 15.6% 9.2% 3.0%
España 11.2% 8.9% 5.9%
Fuente: Fondo Monetario Internacional. Monitor Fiscal, 16 julio 2012.
Adicionalmente se han visto en la necesidad de incrementar su deuda pública tratando de obtener recursos de los mercados internacionales de capital a través de elevar la tasa de interés que pagan por dichos recursos (ver tabla abajo)
DEUDA BRUTA DEL GOBIERNO FEDERAL COMO % DEL PIB
PAÍS 2009 2011 2013e
Portugal 83.1 107.8 118.6
Irlanda 65.1 108.2 121.2
Italia 116.1 120.1 126.4
Grecia 129.0 165.4 171.0
España 53.9 68.5 96.5
Fuente: Fondo Monetario Internacional. Monitor Fiscal, 16 julio 2012
La elevada incertidumbre y la pérdida de empleos ha obligado a las familias de estos países a reducir su consumo de bienes y servicios, que en promedio representa el 70% de la demanda agregada total, lo que a su vez retroalimenta la crisis al reducir las ventas de las empresas y la producción, y aumentar la destrucción de empleos impulsando la recesión y con ella la reducción en la captación de impuestos. Ello orilla a los gobiernos a reducir aún más su gasto público y a subir las tasas de interés para captar más recursos de los mercados financieros internacionales, de esta forma, como una espiral recesiva creciente, las economías se hunden aún más en la recesión y los niveles de pobreza y desesperanza de su población se incrementan generando problemas de gobernabilidad y estabilidad social y política, pues la población no logra entender el por qué deben pagar los costos de una crisis que inició con una burbuja crediticia y especulativa en los mercados hipotecarios y financieros y que se tradujo en un problema de déficit fiscal.
Mientras los gobiernos más conservadores como el Alemán insisten en aplicar políticas fiscales recesivas, los gobiernos mas abiertos como el Francés insisten a incrementar el gasto público y reducir los impuestos para lo cuál deben elevar su deuda pública, lo cual sería factible si el banco central europeo garantizará los bonos de deuda soberana. El debate esta en marcha y las soluciones se retrasan, mientras tanto el bienestar social de la población en estos países se reduce.
Para reducir dicho déficit estos países han aplicado medidas fiscales recesivas reduciendo drásticamente el gasto público: salarios, empleo público, deducciones fiscales e inversión pública, y elevando los impuestos incrementando el costo para su población que se traduce en una caída importante de los servicios públicos, las pensiones, los gastos en salud y la seguridad social, lo que eleva a niveles sin precedentes las tasas de pobreza, como puede verse en la tabla abajo.
DÉFICIT FISCAL COMO % DEL PIB
PAÍS 2009 2011 2013e
Portugal 10.2% 4.2% 3.0%
Irlanda 14% 13.1% 7.5%
Italia 5.4% 31.2% 1.5%
Grecia 15.6% 9.2% 3.0%
España 11.2% 8.9% 5.9%
Fuente: Fondo Monetario Internacional. Monitor Fiscal, 16 julio 2012.
Adicionalmente se han visto en la necesidad de incrementar su deuda pública tratando de obtener recursos de los mercados internacionales de capital a través de elevar la tasa de interés que pagan por dichos recursos (ver tabla abajo)
DEUDA BRUTA DEL GOBIERNO FEDERAL COMO % DEL PIB
PAÍS 2009 2011 2013e
Portugal 83.1 107.8 118.6
Irlanda 65.1 108.2 121.2
Italia 116.1 120.1 126.4
Grecia 129.0 165.4 171.0
España 53.9 68.5 96.5
Fuente: Fondo Monetario Internacional. Monitor Fiscal, 16 julio 2012
La elevada incertidumbre y la pérdida de empleos ha obligado a las familias de estos países a reducir su consumo de bienes y servicios, que en promedio representa el 70% de la demanda agregada total, lo que a su vez retroalimenta la crisis al reducir las ventas de las empresas y la producción, y aumentar la destrucción de empleos impulsando la recesión y con ella la reducción en la captación de impuestos. Ello orilla a los gobiernos a reducir aún más su gasto público y a subir las tasas de interés para captar más recursos de los mercados financieros internacionales, de esta forma, como una espiral recesiva creciente, las economías se hunden aún más en la recesión y los niveles de pobreza y desesperanza de su población se incrementan generando problemas de gobernabilidad y estabilidad social y política, pues la población no logra entender el por qué deben pagar los costos de una crisis que inició con una burbuja crediticia y especulativa en los mercados hipotecarios y financieros y que se tradujo en un problema de déficit fiscal.
Mientras los gobiernos más conservadores como el Alemán insisten en aplicar políticas fiscales recesivas, los gobiernos mas abiertos como el Francés insisten a incrementar el gasto público y reducir los impuestos para lo cuál deben elevar su deuda pública, lo cual sería factible si el banco central europeo garantizará los bonos de deuda soberana. El debate esta en marcha y las soluciones se retrasan, mientras tanto el bienestar social de la población en estos países se reduce.
CRISIS FINANCIERA Y CRISIS DE DEUDA SOBERANA: ¿CÓMO SE TRANSFORMÓ UNA EN OTRA Y…ESTÁ MÉXICO EXCENTO DE UN PROBLEMA SEMEJANTE?
La política fiscal es un importante instrumento del gobierno para salir de una crisis económica y disminuir la inflación, una reducción en los impuestos permite a empresas y familias elevar sus niveles de inversión y consumo, lo que fomenta la demanda agregada y en consecuencia, las ventas de las empresas. Por su parte un incremento en el gasto público en obras de infraestructura, bienes y servicios en general, gastos en educación, salud, vivienda y seguridad social permite a su vez mejorar el nivel de vida de la población, la rentabilidad de las empresas y en consecuencia el crecimiento económico. Esto es lo que los economistas conocen como política fiscal expansiva. De manera contraria un incremento en los impuestos y una reducción del gasto público, produce el efecto contrario, reduce los niveles de consumo e inversión de las empresas y con ello el nivel de actividad económica.
Cuando inicia la crisis financiera de la eurozona los gobiernos reaccionaron de forma inmediata mediante una política fiscal expansiva, la idea era precisamente aumentar la demanda agregada y generar crecimiento económico; el efecto fue temporalmente positivo, las economías recibieron el empuje necesario para salir de la recesión, más sin embargo dicho empuje no fue suficiente porque la misma recesión disminuyó el volumen recaudado por los gobiernos por lo que tuvieron que recurrir a un incremento de su endeudamiento mediante la emisión de bonos soberanos.
El problema de pertenecer a una zona monetaria radica en que no existe la política cambiaria, el tener una moneda común significa que se ha renunciado a la soberanía monetaria y con ella a la emisión de moneda y el manejo de su tipo de cambio a través de devaluaciones, depreciaciones, apreciaciones o revaluaciones.
Así los gobiernos recurrieron al endeudamiento en los mercados internacionales de capital, mientras que su población sufría los efectos adversos de la recesión viendo elevar el nivel de desempleo, lo que los obligó a restringir sus gastos y elevar su ahorro, mientras que las empresas al ver reducidas las ventas, disminuyeron la producción y con ella el empleo, retroalimentándose así la recesión.
Este proceso incrementó el riesgo país, por lo que cada gobierno ofreció una tasa de interés más alta para poder atraer capitales que adquieran sus bonos de deuda. El consecuente incremento en tasas de interés elevó los costos del financiamiento y el monto de la deuda y, paradójicamente, el riesgo país.
De esta forma la crisis financiera se transformó en una crisis de deuda pública o soberana.
Hay que tener en consideración también, que los gobiernos utilizaron gran cantidad de recursos para recuperar la confianza en los bancos de la región, por lo que inyectaron crecientes cantidades de dinero en su saneamiento financiero para generar la confianza necesaria que impidiera las corridas bancarias (retiro masivo de dinero por parte de los depositantes).
Como resultado se llegó a niveles insostenibles de déficit fiscal (gasto público mayor que los ingresos públicos) y la deuda pública se incrementó. Así tenemos que el déficit fiscal promedio en la eurozona pasó de representar el 2.1% del PIB en el 2008 al 6.2% en el 2010, mientras que la deuda de los gobiernos pasó del 70% al 86% del PIB en promedio y continua subiendo, esperando que en el 2012 sea del 92.4%. Tan solo Grecia pasó del 113% en el 2008 al 165% en el 2011 y se espera llegue al 171% en el 2013, los datos de Italia respectivamente son del 106%, 120% y 126%, los de España son 40%, 68.5% y 97%, los de Irlanda son 44%, 108% y 121%, los de Portugal son 72%, 108% y 119%, los de Francia son 68%, 86% y al 90% y Alemania, que presume tener la posición más saludable, presenta los siguientes datos: 67%, 81% y 80%. Ello ha obligado al Banco Central Europeo y al Fondo Monetario Internacional, entre otros, a exigir un recorte del gasto público y un incremento en los impuestos, lo que de forma contraproducente ha magnificado el efecto recesivo de la crisis financiera, elevando el riesgo país y generando una mayor carga financiera para los gobiernos en crisis.
En un efecto perverso, el efecto recesivo de la política fiscal impuesta disminuye aún más la recaudación, eleva el riesgo país y con él las tasas de interés necesarias para atraer capitales, lo que a su vez genera una mayor presión financiera y una mayor necesidad de recursos monetarios por parte de los bancos y los gobiernos, evitando la ansiada recuperación económica y generando un panorama de desaliento para los próximos cinco años.
A la luz de dichos acontecimiento conviene comparar la posición de México, que aunque se encuentra en una posición mucho más holgada al pasar del 43.1% al 43.8% de deuda pública como porcentaje del PIB en el 2008 y el 2011 respectivamente, existen importantes focos rojos relacionados con el notable incremento de la deuda de ciertos gobiernos estatales y municipales que ha crecido de manera alarmante en los últimos años. Aquí la evaluación no es con relación al PIB sino en relación a su participación en los ingresos federales, ya que debemos recordar que la recaudación de los impuestos más importantes como el ISR y el IVA es de carácter federal por lo que se transfieren directamente a la federación y luego ésta los asigna de nuevo a los estados en función de su población, sus necesidades sociales inmediatas y sus aportaciones en dicha recaudación.
Así tenemos que Coahuila pasó de una deuda del 18.8% en 2008 al 304.6% en el 2011, en tanto que Chihuahua paso del 54% al 118%, Jalisco del 48% al 77%, Nuevo León del 95% al 166% y Quintana Roo del 52% al 204%, medida como porcentaje de sus participaciones en ingresos federales, es decir que gastan más de lo que ingresan y todos sabemos que cuando se gasta más de lo que se ingresa tenemos un problema en primera instancia de liquidez y después de solvencia, lo que conduce a la necesidad de realizar ajustes abruptos al gasto publico y a los ingresos que puede generar un efecto recesivo sobre la economía local.
Así que México no esta exento de los mismos riesgos financieros que han profundizado la crisis económica en la eurozona y el gobierno mexicano parece ser complaciente con ello al no exigir información sobre la evolución de la deuda local, ni instrumentar las medidas de transparencia y seguimiento necesarias para cualificar la solvencia de las finanzas públicas de los estados.
Cuando inicia la crisis financiera de la eurozona los gobiernos reaccionaron de forma inmediata mediante una política fiscal expansiva, la idea era precisamente aumentar la demanda agregada y generar crecimiento económico; el efecto fue temporalmente positivo, las economías recibieron el empuje necesario para salir de la recesión, más sin embargo dicho empuje no fue suficiente porque la misma recesión disminuyó el volumen recaudado por los gobiernos por lo que tuvieron que recurrir a un incremento de su endeudamiento mediante la emisión de bonos soberanos.
El problema de pertenecer a una zona monetaria radica en que no existe la política cambiaria, el tener una moneda común significa que se ha renunciado a la soberanía monetaria y con ella a la emisión de moneda y el manejo de su tipo de cambio a través de devaluaciones, depreciaciones, apreciaciones o revaluaciones.
Así los gobiernos recurrieron al endeudamiento en los mercados internacionales de capital, mientras que su población sufría los efectos adversos de la recesión viendo elevar el nivel de desempleo, lo que los obligó a restringir sus gastos y elevar su ahorro, mientras que las empresas al ver reducidas las ventas, disminuyeron la producción y con ella el empleo, retroalimentándose así la recesión.
Este proceso incrementó el riesgo país, por lo que cada gobierno ofreció una tasa de interés más alta para poder atraer capitales que adquieran sus bonos de deuda. El consecuente incremento en tasas de interés elevó los costos del financiamiento y el monto de la deuda y, paradójicamente, el riesgo país.
De esta forma la crisis financiera se transformó en una crisis de deuda pública o soberana.
Hay que tener en consideración también, que los gobiernos utilizaron gran cantidad de recursos para recuperar la confianza en los bancos de la región, por lo que inyectaron crecientes cantidades de dinero en su saneamiento financiero para generar la confianza necesaria que impidiera las corridas bancarias (retiro masivo de dinero por parte de los depositantes).
Como resultado se llegó a niveles insostenibles de déficit fiscal (gasto público mayor que los ingresos públicos) y la deuda pública se incrementó. Así tenemos que el déficit fiscal promedio en la eurozona pasó de representar el 2.1% del PIB en el 2008 al 6.2% en el 2010, mientras que la deuda de los gobiernos pasó del 70% al 86% del PIB en promedio y continua subiendo, esperando que en el 2012 sea del 92.4%. Tan solo Grecia pasó del 113% en el 2008 al 165% en el 2011 y se espera llegue al 171% en el 2013, los datos de Italia respectivamente son del 106%, 120% y 126%, los de España son 40%, 68.5% y 97%, los de Irlanda son 44%, 108% y 121%, los de Portugal son 72%, 108% y 119%, los de Francia son 68%, 86% y al 90% y Alemania, que presume tener la posición más saludable, presenta los siguientes datos: 67%, 81% y 80%. Ello ha obligado al Banco Central Europeo y al Fondo Monetario Internacional, entre otros, a exigir un recorte del gasto público y un incremento en los impuestos, lo que de forma contraproducente ha magnificado el efecto recesivo de la crisis financiera, elevando el riesgo país y generando una mayor carga financiera para los gobiernos en crisis.
En un efecto perverso, el efecto recesivo de la política fiscal impuesta disminuye aún más la recaudación, eleva el riesgo país y con él las tasas de interés necesarias para atraer capitales, lo que a su vez genera una mayor presión financiera y una mayor necesidad de recursos monetarios por parte de los bancos y los gobiernos, evitando la ansiada recuperación económica y generando un panorama de desaliento para los próximos cinco años.
A la luz de dichos acontecimiento conviene comparar la posición de México, que aunque se encuentra en una posición mucho más holgada al pasar del 43.1% al 43.8% de deuda pública como porcentaje del PIB en el 2008 y el 2011 respectivamente, existen importantes focos rojos relacionados con el notable incremento de la deuda de ciertos gobiernos estatales y municipales que ha crecido de manera alarmante en los últimos años. Aquí la evaluación no es con relación al PIB sino en relación a su participación en los ingresos federales, ya que debemos recordar que la recaudación de los impuestos más importantes como el ISR y el IVA es de carácter federal por lo que se transfieren directamente a la federación y luego ésta los asigna de nuevo a los estados en función de su población, sus necesidades sociales inmediatas y sus aportaciones en dicha recaudación.
Así tenemos que Coahuila pasó de una deuda del 18.8% en 2008 al 304.6% en el 2011, en tanto que Chihuahua paso del 54% al 118%, Jalisco del 48% al 77%, Nuevo León del 95% al 166% y Quintana Roo del 52% al 204%, medida como porcentaje de sus participaciones en ingresos federales, es decir que gastan más de lo que ingresan y todos sabemos que cuando se gasta más de lo que se ingresa tenemos un problema en primera instancia de liquidez y después de solvencia, lo que conduce a la necesidad de realizar ajustes abruptos al gasto publico y a los ingresos que puede generar un efecto recesivo sobre la economía local.
Así que México no esta exento de los mismos riesgos financieros que han profundizado la crisis económica en la eurozona y el gobierno mexicano parece ser complaciente con ello al no exigir información sobre la evolución de la deuda local, ni instrumentar las medidas de transparencia y seguimiento necesarias para cualificar la solvencia de las finanzas públicas de los estados.
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