¿CÓMO AFECTA LA DEPRECIACIÓN DEL PESO AL MEXICANO COMÚN?

En los últimos dos años, en el período que va del 1ero de enero de 2015 al 23 septiembre del 2016, la extrema volatilidad del dólar ha significado una depreciación (devaluación) de 34.55% del peso, cuando el precio pasó de $14.74 a $19.83 pesos por dólar, llegando incluso a sobrepasar los $20.00 pesos en algunos momentos.

Los efectos que ello provoca en nuestra economía son múltiples, pero los más importantes son los siguientes:

En primer lugar el efecto inflacionario. México es un país que importa, básicamente, materia prima, maquinaria y equipo para fabricar bienes, que constituyen el 90% del total de las importaciones, así cada vez que el peso se deprecia, los costos de producción se elevan, lo que genera lo que los economistas llamamos un traspaso inflacionario, es decir, los productores que importan dichos bienes tienen mayores costos de producción que van a trasladar al precio de venta, generando un fenómeno inflacionario.

Dicho traspaso se ha elevado en los últimos dos meses, y de acuerdo con las últimas cifras sobre inflación, el incremento en el precio de las mercancías ha sido de un 3.87% en el último mes, 3.73% para alimentos y bebidas no alcohólicas, 3.53% en prendas de vestir y 4.93% en salud. Otros estudios hablan de incrementos del 30% en cafeteras, 16% videojuegos 35% fármacos importados y 12% en medicamentos en general.

El segundo efecto impacta al crecimiento económico y la inversión, porque en una economía abierta y globalizada los empresarios no pueden elevar sus precios debido a la fuerte competencia, por lo que deben absorber dicha inflación reduciendo su margen de utilidad, ello hace menos rentable la actividad productiva y ralentiza la inversión, la generación de empleos y la producción, reduciendo la tasa de crecimiento económico del país.

El tercer efecto impacta a los salarios y las prestaciones laborales porque en muchas ocasiones los empresarios necesitan mantener el margen de utilidad, por lo que buscan disminuir otros costos, así negocian con proveedores y trabajadores, quienes se ven obligados a aceptar menores precios y/o salarios, lo que a su vez conlleva una reducción en prestaciones laborales, aguinaldo, vacaciones pagadas, reparto de utilidades etc.

En general los más afectados son los trabajadores ya que el empleador tiene más poder de negociación con ellos que con los bancos, proveedores y distribuidores. Los contratos dejan de ser permanentes y pasan a ser temporales, otros se contratan bajo la modalidad de prácticas profesionales, aceptan empleos sin prestaciones e incluso, muchos de ellos, sin pago alguno, sobre todo si se trata del negocio familiar. Otros más están por comisiones, a destajo o bajo un contrato temporal de capacitación y/o a prueba. Aquellos afortunados que se registran ante el Seguro Social se registran con salarios menores, el aguinaldo se reduce y las prestaciones se recortan.

El cuarto impacto depende de las decisiones que tome el banco central (Banco de México) para contener dicha depreciación, una de esas decisiones es elevar la tasa de interés de referencia (TIIE a un día), que son los intereses que cobra a los bancos comerciales cuando les otorga crédito, ello impacta a su vez a aquellos préstamos y créditos bancarios que basan su tasa en la TIIE, ello encarece los créditos y disminuye su monto, elevando en algunos casos el ahorro, pero reduciendo la inversión dado que el dinero se encarece.

Por otro lado el Banco de México puede decidir subastar sus reservas internacionales, pero cuando las mismas caen a niveles bajos eleva el riesgo país, la incertidumbre y la especulación.

Pero ¿cuáles son las causas de la depreciación del peso?, desafortunadamente son múltiples: aquellas determinadas en los mercados internacionales y por tanto externas, las que dependen de la debilidad de la economía mexicana a las que denominaré internas, y las que son producto de la especulación derivada de la incertidumbre financiera internacional y el riesgo.

Las más importantes son las externas, sobre las cuales el gobierno de México no posee ningún control, por ejemplo: el incremento en la fortaleza del dólar ante el debilitamiento del Euro debido a los problemas financieros de Grecia, España, Portugal, Italia e Irlanda; la debilidad del crecimiento en las economías más desarrolladas entre ellas: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, España y Japón; la desaceleración de China; los problemas económicos en Rusia, Brasil y Argentina; la relacionada con la indecisión de la Reserva Federal sobre el incremento en sus tasas de interés; la salida del Reino Unido de la Unión Económica Europea (Brexit); la caída de los precios internacionales de importantes materias primas, principalmente el petróleo; la inestabilidad política en medio oriente y los problemas migratorios; la salida de inversión extranjera de cartera (corto plazo) que busca seguridad y mayores rendimientos; y, últimamente, la incertidumbre sobre quién será el presidente en Estados Unidos.

Entre las razones internas están: el crecimiento acelerado de la deuda pública y la perspectiva negativa de las agencias calificadoras sobre la calidad de la misma; el incremento de la deuda externa de los corporativos y empresas privadas, cuyo efecto se incrementa con las consecutivas depreciaciones del peso; y la disminución en el dinamismo de las exportaciones mexicanas.

Entre las razones especulativas se destacan: la volatilidad de los mercados bursátiles y la hipersensibilidad de los inversionistas a las razones anteriores que, además de buscar rendimiento buscan seguridad; la volatilidad de los precios de los commodities (cobre, plata, acero, café, azúcar, arroz etc.) en los mercados de futuro; el temor mismo a una mayor depreciación que genera un efecto acumulativo al orillar a una mayor compra de dolares; el nerviosismo de los inversionistas que sobre-reaccionan al riesgo y a cualquier noticia política, económica y financiera que lo eleve y que los motiva a adquirir una mayor cantidad de dólares depreciando al peso y retroalimentando las expectativas de depreciación, generando con ello un fenómeno crecientemente ascendente en su precio. Así el precio del dólar hoy, depende del precio del día de ayer, y conforme mayor sea la diferencia entre el precio actual y el pasado, mayor la percepción de riesgo y por ende mayor compra de dólares, retroalimentando de forma creciente el proceso de depreciación.

¿Cómo protegernos de dichos efectos?

Debido a que las tasas de interés se elevan y las tarjetas de crédito presentan tasa de interés flexible, es importante utilizar menos dichas tarjetas, y en caso de tener una deuda importante liquidar dicha deuda porque la tendencia es que seguirán subiendo las tasas.

Nuestra lista de compra debe incluir bienes producidos nacionalmente, que no tengan insumos importados, pues sus precios se mantendrán más estables.

Y para protegernos del deterioro de las condiciones laborales, lo único que podemos hacer es convertirnos en trabajadores indispensables, aquellos que el empresario no puede sustituir y cuyas características esenciales es que son proactivos; resuelven problemas, no los crean; son responsables, prudentes y no conflictivos, y siempre están preocupados por capacitarse y mejorar su desempeño.

DINERO, ESPECULACIÓN Y CRISIS

En un mundo donde se ha sobrevalorado el poder del dinero y se confunde el dinero con riqueza, las instituciones, los gobiernos y las familias buscan atesorarlo (guardarlo y acumularlo). Como mantenerlo en efectivo, o en una cuenta de ahorro no genera un buen rendimiento, tienden a proteger su poder adquisitivo invirtiéndolo en activos financieros: acciones, bonos de deuda, papel comercial, pagarés, opciones, metales preciosos, divisas, etc.

Dado que estos activos pueden tener variaciones elevadas en sus precios, las instituciones tienden a protegerse mediante “derivados financieros”, mismos que no tienen valor propio, sino que representan una cobertura ante el riesgo de una fuerte caída o precipitada subida en su precio (volatilidad), es decir operan como un seguro de vida, que en caso de muerte paga a la familia una indemnización. Así un derivado puede proteger de un incremento o disminución en las tasas de interés, de rápidas variaciones en el precio del dólar o en las acciones, o los bonos de deuda, del petróleo, del oro etc., e incluso de la emisión de contaminantes.

Ante la baja rentabilidad de los procesos productivos, que la incrementada competencia y la globalización ha generado, las grandes empresas y las instituciones financieras bancarias y no bancarias han encontrado vehículos de inversión que prometen grandes rendimientos por su dinero, la diversidad de éstos instrumentos es amplia, desde los más sencillos hasta los más complejos; en los mercados de dinero (con plazo menor a un año) en los que pueden comprar: letras de tesoro, papel comercial, pagarés municipales, aceptaciones bancarias, etc., y en los mercados de capital (con plazo mayor a un año: mediano y largo plazo) en los que pueden adquirir acciones, obligaciones, títulos de deuda de largo plazo, hipotecas etc. Construyendo de esta manera un mundo de papel que sobrepasa en múltiplos a la generación de riqueza, es decir a la producción de bienes y servicios para la satisfacción de necesidades.

Debido a que pueden comprar deuda, también adquieren instrumentos que los cubran contra la probabilidad de impago de dicha deuda (credit default swap).

El objetivo principal es hacer dinero con su dinero (especular) y ya que el mismo no es en sí mismo una mercancía con valor, como lo eran las monedas de oro y plata, está riqueza puede desvanecerse rápidamente si todos salen al mismo tiempo a vender sus activos financieros, por ello, los inversionistas son hipersensibles a cualquier noticia o evento que amenace la rentabilidad de sus inversiones y ello genera un fenómeno denominado sobre-reacción, solo que dicha reacción es asimétrica, si la noticia es buena, no genera un gran salto en el precio de sus activos, pero si la noticia es mala genera saltos grandes que se van retroalimentando hasta provocar crisis cambiarias, de deuda soberana, bancarias, financieras e incluso de producción.

En resumidas cuentas: la avaricia y la especulación, así como la enorme libertad en los flujos internacionales de capitales (liberalización de mercados financieros) y la creatividad financiera, es lo que está provocando esta inestabilidad financiera. Adicionalmente, la gran acumulación de activos financieros y deuda crea instituciones financieras tan grandes que se vuelven sistémicas y a pesar de sus malos manejos financieros terminan siendo rescatadas por los gobiernos, trasladando a la población el costo mediante un menor gasto público y mayores impuestos. En pocas palabras: privatizando ganancias y socializando pérdidas.

Lo peor de todo es que estas grandes instituciones financieras lo saben y siguen especulando sabiendo que serán rescatadas para garantizar sus ganancias. Actúan con alevosía y ventaja, se apropian de los recursos monetarios del pueblo y duermen tranquilamente sobre sus laureles.

Hoy el capital financiero se impone a las autoridades tanto fiscales como monetarias y cambiarias, mismas que operan a la defensiva tratando de rescatar las monedas nacionales, suavizar los efectos negativos de las crisis y enriqueciendo a los grandes especuladores.