SOBRE LA BAJA RECAUDACIÓN TRIBUTARIA EN MÉXICO
México es el país con la menor
recaudación tributaria como porcentaje del PIB con respecto a la OCDE e incluso
en Latinoamérica.
De acuerdo con la OCDE durante el
2011, Dinamarca captó un 48% del PIB, Suecia 45%, Bélgica 44%, Italia 43%, Noruega
43%, Francia 44%, Dinamarca 48%, Reino Unido 36%, y Estados Unidos 25%, por
mencionar algunos países. El promedio de recaudación de dicha organización es
del 34%.
De acuerdo con la CEPAL el promedio
de América Latina es del 23.6%, Argentina recauda un 38%, Brasil 38%, Uruguay
29%, mientras que México recauda un 19% incluyendo los impuestos petroleros,
sin ellos la recaudación cae a un 9%, por debajo de Haiti, de Belice, de
República Dominicana, en pocas palabras México queda en último lugar en América
Latina sin la renta petrolera.
Con respecto a los impuestos sobre
los ingresos y los beneficios en México la recaudación es del 5.4% del PIB,
mientras que el promedio de la OCDE es del 11.3%, con respecto a los impuestos
corporativos los cifras son del 2.2% contra el 2.9% promedio.
La pregunta pertinente es ¿Qué hay
detrás de esta baja recaudación?, y las respuestas de acuerdo con David Ibarra
en su libro “La Tributación en México”
editado por la UNAM en el 2011 son las siguientes:
1. La
corrupción de las autoridades públicas que genera una elevada desconfianza en
la población, misma que prefiere no pagar impuestos pues no llega a percibir
los beneficios que dichos impuestos tendrían sobre su bienestar en general.
2. Los errores
en las leyes y la complejidad de las mismas que permiten la elusión fiscal y la
evasión, particularmente de los grandes contribuyentes. David Ibarra estima que
más del 60% de los amparos que llegan a la Suprema Corte de Justicia
corresponden a litigios fiscales.
3. El hecho de
que más del 95% de la empresas sean micro y pequeñas empresas con deficiencias
en sus procesos administrativos y contables, lo que dificulta y encarece
sensiblemente la recaudación fiscal.
4. El hecho de
que el 59% de los trabajadores se encuentra en el sector informal lo que
disminuye la base de contribuyentes y hace inviables los costos de la cobranza
de los impuestos.
5. El modelo
de apertura externa que redujo los aranceles a la importación y a la exportación
y con ello la recaudación en referencia al comercio internacional.
6. La
existencia de regímenes especiales de tributación, en especial a la industria
maquiladora de exportación, que a pesar de generar en promedio el 50% del valor
total exportado y el 75% de los ingresos generados por exportación poco aportan
al valor agregado y a la recaudación tributaria.
7. Los cambios
operados en el sistema de pensiones que ha generado un elevado costo fiscal.
A las razones dadas por David
Ibarra habrá que aumentar la importante desigualdad en la distribución del
ingreso, que concentra en el 10% de la población más rica el 37% del ingreso
nacional, mientras que el 50% de la población concentra el 18% del ingreso
nacional. De igual manera el 30% del ahorro nacional lo genera el 10% de los
hogares más pudientes y el 60% de la población gasta más de lo que gana. Por si
fuera poco está el hecho de que no se grava a la especulación ni las ganancias
financieras y que por ejemplo sólo el 0.4% de la PEA invierte en la bolsa
mexicana de valores que tiene en custodia activos financieros que equivalen el
45% del PIB.
Quizás por ello las reformas
fiscales se centran en incrementar la recaudación descuidando el análisis del
gasto público. El problema no es solo incrementar los ingresos tributarios,
sino en mejorar la administración y la utilización del gasto público, esto significa
dirigir el gasto a proyectos rentables, con elevados efectos multiplicadores
sobre la actividad económica, el empleo y el bienestar social.
Supone que a nivel municipal,
estatal, regional y federal, se debe analizar la vocación territorial y de la
población en términos de sus capacidades de generación de riqueza económica y
cultural, y promover aquellas actividades que de acuerdo al entorno ecológico
pueden ejercer efectos de arrastre y multiplicación sobre las actividades
empresariales y sociales.
Foto: El Informador |
DELINCUENCIA Y POBREZA: LAS COSAS NO SON LO QUE PARECEN
Comúnmente se
piensa que la pobreza, el desempleo y la desigualdad económica son las causas
principales de la delincuencia, sin embargo esto no es así, de acuerdo con un estudio realizado
por Abogado Penalista, José Antonio Ortega Sánchez denominado ¿Pobreza igual a Delito?,
publicado por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México en el 2010.
Mediante la
realización de 269 ejercicios estadísticos de correlación, dicho autor encontró
que los factores socioeconómicos no son determinantes de la delincuencia, sin
embargo la impartición de justicia y la eficiencia de los procesos penales sí.
Entre los principales
resultados de su estudio se destacan que la incidencia criminal es creciente,
independientemente de si hay crisis, recesión o expansión económica. Que las
entidades federativas con menor PIB per cápita tienen menor incidencia criminal
que las entidades con un PIB per cápita mayor, y lo mismo sucede con el índice
de marginación social, ya que a menor marginación mayor delincuencia.
De hecho la delincuencia ha ido aumentando independientemente del desempeño de la economía, así
en el año del 2008, cuyo producto per cápita fue mayor al del 1991, la incidencia
criminal fue un 65% mayor y la incidencia de robo un 87% más.
En aquellas
ciudades y entidades federativas con mayor desempleo, las tasas de criminalidad
son inferiores, mientras que lo contrario sucede en ciudades y entidades con
menor tasa de desempleo, así mismo no encuentra relación estadística entre el
la tasa de desempleo y la tasa de delincuencia.
Analizando el
impacto de las variaciones en el poder adquisitivo del salario, éste no tiene
correlación con la incidencia criminal, aunque si se encuentra relacionado con
el delito específico del robo. Así mismo las entidades federativas con
menores tasas de pobreza y menor desigualdad en ingresos son las más conflictivas.
Todos éstos elementos rompen con la creencia general de que el deterioro de la situación económica es el factor determinante de la delincuencia, sin embargo los resultados apuntan en otra dirección que se encuentra fuertemente relacionada con el sistema de impartición de justicia, la corrupción y la impunidad.
Es interesante
destacar dentro del análisis, el hecho de que la desintegración familiar fue una de las causas que estadísticamente tiene mayor relación con la
delincuencia, y que en algunas entidades federativas el 50% de
los convictos delinquieron bajo los efectos del alcohol, las drogas o los dos
anteriores, tal es el caso de Nuevo León y Yucatán.
Lo anterior abre
nuevos espacios para la investigación y la discusión, con la necesidad de enfocarse sobre los valores y la ética de los funcionarios públicos, pero también de la sociedad y las familias en particular ya que la
impunidad, la corrupción, el relajamiento de las penas y las normas tienen un
peso no despreciable en la incidencia delictiva.
El autor llega a
la conclusión de que existe una correlación muy fuerte entre el desempeño del
sistema de justicia penal y la delincuencia, pues cada vez que disminuye la
tasa de consignados, se eleva la tasa de incidencia criminal con una
correlación casi perfecta de -0.977.
En pocas palabras, la pérdida de valores éticos influye determinantemente en la incidencia delictiva y en la percepción de los jóvenes sobre las ventajas o desventajas de las actividades criminales, ya que el 42% de los presuntos delincuentes tienen entre 18 y 29 años de edad con respecto al fuero federal, y en relación al fuero común el 50% tienen entre 16 y 29 años de edad (Banco Mundial, 20012)
El documento se
puede bajar de la siguiente dirección de internet
Suscribirse a:
Entradas (Atom)