El ORIGEN DE LA CONCENTRACIÓN DEL INGRESO Y LA RIQUEZA

En un artículo recién publicado por OXFAM denominado "Una Economía al Servicio del 1%" (http://www.oxfammexico.org/wp-content/uploads/2016/01/bp210-economy-one-percent-tax-havens-180116-es.pdf), se establece que la desigualdad extrema está alcanzando cotas insoportables, y para muestra basta un botón: 62 personas en el mundo poseían, en 2015, la misma riqueza que 3 mil 600 millones de personas pobres y ésta riqueza ha crecido 44% en apenas cinco años, al mismo tiempo la riqueza de las personas más pobres se redujo 41% en ese mismo período.

Cientos son los documentos que tratan de explicar los orígenes de la concentración del ingreso y la riqueza, para algunos tiene que ver con la concentración del poder económico: monopolios, oligopolios, transnacionales etc., para otros tiene que ver con la concentración del poder político y la existencia de instituciones extractivas que benefician a unos cuantos a costa de otros; también se ha hablado del efecto que la política económica fiscal tiene sobre la distribución del ingreso mediante el gasto público, los impuestos y las prebendas y privilegios dados a empresas y personas para controlar recursos estratégicos, licitar bienes y servicios en condiciones favorables, adquirir bienes públicos a precios ridículos etc. Otros más se enfocan en la conquista, las luchas por territorios y recursos naturales que eran arrebatados a los perdedores y acumulados por los ganadores, en pocas palabras la riqueza se distribuye por el poder de dominación de unos sobre otros.

A pesar de tantas investigaciones y documentos, pocos se concentran en el origen mismo de la distribución del ingreso y la riqueza, y este origen se encuentra en el intercambio de bienes y servicios.

Si pudiésemos remontarnos en el tiempo al momento en que el intercambio de bienes se realizaba a través del trueque nos daríamos cuenta que valor y precio no es lo mismo. El trueque de bienes se realizaba fundamentado en el valor de los bienes determinados por el tiempo de trabajo invertido en ellos. Así si se necesitaba intercambiar un venado por pescado, lo que las personas hacían era determinar el tiempo invertido en cada uno de ellos, si cazar un venado llevaba cinco horas y obtener un pescado llevaba media hora, era claro que el intercambio justo sería 1 venado por 10 pescados, lo que igualaba el tiempo invertido: 5 hrs. Es claro que aquel que tuviera mejores habilidades de caza o pesca, una mejor porción de tierra de caza o cercanía a un buen lugar de pesca, obtendría en el intercambio una mayor riqueza (bienes) que el que no, y ahí comienza el proceso de distribución de la riqueza.

La escasez de alguno de los bienes o la urgencia de su necesidad obligaba a replantear los términos de intercambio, lo que permitía a los más abusivos obtener más de lo que daban a cambio, y ese proceso de acumulación les dotaba a su vez de mayor poder de negociación y de apropiación de riqueza.

Cuando el “dinero no mercancía” (billetes y monedas) surge como medio de cambio para facilitar el intercambio, las personas pierden la noción directa entre el valor del bien y el precio, permitiendo que éste último pueda distanciarse con mayor facilidad del valor o costo de producción. Así ante el desconocimiento del costo real de producción de un bien, que antes medíamos como trabajo invertido, se pueden cargar precios elevados y una persona puede acabar pagando por una bolsa de mano de plástico, cómo si esta fuera un animal en extinción.

La diferencia entre el precio y el costo de producción representa la utilidad para el vendedor o productor y a mayor diferencia mayor utilidad o apropiación de ingreso. Aunque es claro que el productor ha invertido su dinero, habilidades, conocimiento y riqueza en la producción de bienes, ello le permite obtener una utilidad por el riesgo asumido durante el proceso, pero no significa que le permita cargar sobreprecios.

Como se puede deducir los precios son variables de distribución, distribuyen tanto ingresos como riqueza, y existen cuatro precios básicos que determinan dicha distribución: el salario (precio del trabajo), la tasa de interés (precio del dinero), el tipo de cambio (precio en pesos por dólares) y los precios comunes y corrientes que todos conocemos. De forma que un incremento en la tasa de interés impone al deudor la necesidad de desprenderse de una mayor cantidad de su dinero, beneficiando al acreedor, o viceversa: una reducción de la tasa de interés beneficia al deudor y perjudican al acreedor, si el resto de las condiciones permanece constante.

Con respecto al precio del dólar su incremento implica la necesidad de destinar mayor cantidad de recursos a la importación de bienes, y una caída supondría menor cantidad de recursos para la importación, o viceversa en materia de exportaciones.

Con los salarios sucede lo mismo, un incremento salarial beneficia al trabajador siempre y cuando no se eleven los precios de los bienes de consumo, pero significa para el empleador el destinar más recursos para la mano de obra y muy probablemente sacrificar utilidades, o aprovechar el momento para fijar precios más elevados para sus productos.

Así podemos ver con claridad que la inflación (incremento generalizado de precios) implica en sí misma un conflicto distributivo del ingreso y la riqueza y no es únicamente un fenómeno monetario; y con la deflación (caída generalizada de precios) sucede lo mismo. Mantener los precios estables y en concordancia con los costos de producción, lo que supone no abusar de los consumidores, mantendría más equitativa la distribución del ingreso y la riqueza. Pagar mejores salarios y sacrificar en un nivel razonable las utilidades generará un mayor poder de compra y ventas a futuro. Sin embargo la apropiación de grandes excedentes por unos cuantos, les da a su vez mayor poder económico, político, social y cultural para seguir acaparando riqueza, manipulando mercados, instituciones y gobiernos a su favor, por lo que las teorías que comentaba al principio son ciertas, pero no contemplan el proceso original de apropiación de ingresos y riqueza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario