EL HAMBRE EN MEDIO DE LA ABUNDANCIA

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), recuperar tan solo la mitad de los alimentos que se pierden o desperdician a nivel mundial, podría alimentar al planeta ya que un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia, lo que equivale a 1 mil 300 millones de toneladas al año.

El 6% de las pérdidas mundiales se dan en América Latina de las cuales el 28% se producen al momento del consumo, 28% durante la producción, 22% por su manejo y almacenamiento, 17% durante el proceso de distribución y mercadeo, y 6% durante el procesamiento.

Los alimentos que se desperdician durante la venta al menudeo podrían satisfacer las necesidades alimenticias de más de 30 millones de personas, es decir del 64% de la población latina que sufre de hambre (http://www.fao.org/3/a-i3942s.pdf).

En América Latina, los alimentos que se producen son suficientes para alimentar a toda su población, en pocas palabras hemos llegado al punto en que dado el nivel de producción de alimentos no debería haber hambre, sin embargo existen elementos relacionados con su distribución, precio y accesibilidad que impide que ello sea una realidad.

Para el caso de México la pérdida o desperdicio es del 37%, ¡más de un tercio de lo que se produce!, con ello se podría alimentar a 7.4 millones de personas en pobreza extrema e inseguridad alimentaria. Entre los alimentos más desperdiciados están la guayaba 58%, leche de vaca 57%, mango 54.4%, pescados y sardinas 54%, aguacate 54%, plátano verde y tabasco 54%, nopal 53%, arroz 47%, pepino 45% (http://www.fao.org/3/I4655S.pdf).

Las principales causas del desperdicio son a) con relación al consumo: por sobre-madurez, compras excesivas, manejo inadecuado de la mercancía, producto maltratado o en mal estado, mezcla de producto en buen estado con producto no apto para el consumo; b) en la cadena de valor: administración ineficiente de insumos y productos, malas prácticas de manejo de los alimentos, sistemas inadecuados de transporte, distribución y almacenaje, personal sin capacitación, falta de infraestructura adecuada, uso de empaques y embalajes inadecuados.

Si fuéramos capaces de desarrollar una cultura sobre el cuidado, manejo y administración de los alimentos, de su adecuada distribución, almacenamiento y traslado, tanto a nivel familiar como empresarial, y una cultura de subsidiaridad y solidaridad en la comunidad, no habría hambre en América Latina y gran parte del problema en México podría resolverse.

Imagen: Omar Ibañez.  Flickr: Ibzomar

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