CRUZADA CONTRA EL HAMBRE Y POBREZA

La pobreza es un fenómeno sumamente complejo porque abarca muchas dimensiones. Esta relacionada con la falta de oportunidades y de acceso en materia de educación, capacitación, empleo, servicios de salud, servicios financieros, agua potable, electrificación, insumos agrícolas, servicios de transporte etc. Es también un fenómeno de exclusión social, cultural, política y económica, y llega ha convertirse en un modo de vida al que se han habituado las personas, lo que les genera una especie de ceguera de taller que les impide encontrar una salida que solucione estas carencias, generando un círculo vicioso que perpetúa su exclusión a lo largo del tiempo y que se hereda a los descendientes debido a la falta de oportunidades en materia de una buena alimentación; la salud se deteriora, la educación se pospone para en el corto plazo generar magros ingresos y su precariedad les cierra las puertas para obtener financiamiento y acceso a insumos y bienes de producción.

Los programas gubernamentales pueden acercar los servicios de agua, educación, salud y electricidad a la población, tratando de resolver alguna de las dimensiones de la pobreza; pueden igualmente acercar los alimentos y tratar de elevar su nivel nutricional, pero ello nunca será una solución indeleble porque estas personas no logran generar, por cuenta propia, los ingresos seguros, estables y permanentes que les permitan adquirir los bienes necesarios para su subsistencia. En una economía de libre mercado, la falta de poder adquisitivo siempre los dejará fuera del mercado y en función de ello siempre estarán excluidos, porque los mercados satisfacen demandas (poder de compra) y no necesidades.

La pobreza en el campo se relaciona con la falta de insumos: agua, tierra, fertilizantes, créditos y aparejos para la siembra, en él se encuentran los pobres extremos: indígenas y campesinos, y en su situación influyen también, la falta de medios de transporte para hacer llegar sus productos a los mercados en tiempo y calidad. Hacerles llegar los alimentos quizás resuelva su problema nutricional por un tiempo, pero nunca el problema de la falta de ingresos, para ello necesitamos analizar las circunstancias específicas en cada municipio, darles a conocer técnicas de riego por goteo que sean económicas, venderles bombas de agua mecánicas y de bajo costo, establecer centros de almacenamiento y distribución de sus productos y desde luego enseñarles a sembrar productos de alto valor en el mercado, porque si todos siembran maíz al mismo tiempo, el mercado se verá saturado, y el precio del mismo será tan bajo que nadie resolverá el problema de ingresos, para ello deben sembrar productos fuera de temporada o escasos en la región.

La pobreza urbana, por su parte esta ligada fuertemente a la microempresa y a la informalidad, lo que a su vez reduce la productividad e impide competir rentablemente con empresas más grandes, generando bajos salarios, contratos temporales, sin prestaciones sociales y sin seguridad social.

La pobreza laboral se encuentra íntimamente relacionada con la urbana, es producto de la existencia de salarios no remuneradores, de condiciones precarias de trabajo, de la falta de acceso al crédito para elevar la producción, de la gran cantidad de trámites burocráticos para abrir empresas y del elevado costo de los mismos. También es falta de la ausencia de una política de promoción industrial, del reducido papel de la banca de desarrollo en el financiamiento empresarial y del abandono de la banca comercial al crédito productivo.

En México, el 80% de las familias dependen de un salario para sobrevivir, no tienen ningún otro tipo de ingresos relacionados con inversiones, activos financieros, ahorros, ni son propietarios de negocios. Estas familias consumen el 70% en promedio de todo lo que en el país se produce, sin embargo 5 millones de empleados gana cuando mucho un salario mínimo, 16.4 millones gana como máximo dos salarios mínimos y 20 millones no pueden adquirir una canasta básica alimentaria cuyo costo es de 175 pesos diarios.

En 9.8 millones de hogares al menos un miembro labora en el sector informal.

Desde 1987 el crecimiento del salario mínimo ha sido real negativo (cada vez alcanza para menos), porque se considera que el incremento salarial es inflacionario, de forma que los aumentos autorizados siempre están por debajo del incremento en los precios. Un peso de salario mínimo hoy, compra lo que 27 centavos adquirían en 1980 y quién gana un salario mínimo tiene que trabajar 22.5 horas para adquirir una canasta alimenticia recomendable, cuando en 1983 solo requería trabajar 4.5 horas. Ello da idea de lo reducido que puede ser el mercado interno para permitir a las empresas crecer y generar empleos.

Para profundizar aún más lo absurdo de la situación, en México se desperdician a diario 30 mil toneladas de comida que no es aprovechada por la falta de solidaridad, conciencia, visión y responsabilidad social de las centrales de abasto, tiendas de autoservicio, restaurantes, hoteles y mercados -lugares donde se genera el ¡mayor desperdicio!-, adicionalmente no existen suficientes Bancos de Alimentos y programas de recolección, almacenamiento y distribución por parte del gobierno.

Por ello la cruzada contra el hambre es apenas un paliativo contra la pobreza, sus objetivos se enfocan en: cero hambre (nutrición y alimentación adecuada para pobres extremos), eliminar la desnutrición infantil aguda, aumentar la producción de alimentos y los ingresos de los campesinos y pequeños productores agrícolas y, minimizar pérdidas post cosecha. Y aún no se definen el cómo se instrumentará y coordinará entre todas las dependencias públicas y organismos involucrados.

A pesar de que lográramos hacer llegar dichos alimentos a los pobres, no estaríamos generando las condiciones que potencialicen su capacidad de generar ingresos, y en el momento en que se suspenda la ayuda, el hambre y la desnutrición volverán por sí solas.

CONSUMISMO Y LA CUESTA DE ENERO

El consumismo es un fenómeno que inicia en el siglo XX y se caracteriza por un consumo en gran escala cuyo objetivo no es precisamente satisfacer las necesidades, sino la búsqueda de una sensación de placer, de un estatus económico, de emulación (imitación) o de anhelo de poder. Es también la manera de llenar vacíos afectivos, de elevar la autoestima, y de buscar la aprobación de los demás o en su defecto la admiración; definitivamente es fenómeno cultural producto de la mercadotecnia y la publicidad cuyo objetivo es incrementar, dirigir y controlar las necesidades de consumo de la población. En pocas palabras ¡es el consumo en exceso de bienes y servicios! y no por sus atributos para satisfacer necesidades.

La persona consumista compra sin considerar si realmente necesita lo que compra, si se puede reciclar, si tiene una duración de largo plazo. De hecho el consumismo es contaminante, depreda con los recursos naturales y el equilibrio ecológico y depreda la economía de las personas.

Desde luego que las facilidades de crédito, los planes de financiamiento a meses sin intereses, las campañas publicitarias y los “cambios de temporada en la moda” predisponen a las personas a endeudarse con tal de obtener el objeto de sus deseos, no el objeto que satisfaga una necesidad material.

El consumismo motiva el despilfarro y nos hace esclavos del crédito y por ende los los bancos, las tiendas departamentales, el dinero y, consecuentemente, del trabajo, que es el medio de obtener los ingresos para liquidar nuestras deudas; y la mejor época del año en que desplegamos nuestra actividad consumista son siempre las fiestas navideñas, con el pretexto de regalar afecto a través de bienes materiales.

De tal manera que el sobre endeudamiento es, en simples términos, lo que denominamos la cuesta de enero, porque representa el mes del año en que nuestros ingresos se encuentran comprometidos en un gran porcentaje para liquidar las deudas adquiridas de diciembre.

¿Qué debemos hacer durante la cuesta de enero?, antes de endeudarnos con otra deuda para liquidar la anterior debemos hacer un diagnóstico de gasto, determinar la capacidad de ahorro y utilizar dichos recursos ahorrados para liquidar las deudas lo antes posible. Presupone que debemos disminuir nuestro consumo durante dicha cuesta.

Una vez eliminado el problema de deuda, tomar conciencia de nuestro consumismo y tener en consideración los siguientes elementos: 1) Si no necesito el producto: ¡no es una oferta!, 2) Si no es reciclable: ¡es una mala compra! porque es consumismo, 3) Comprar por comprar: ¡no es racional!, 4) Ser y Tener: ¡no son complementos!, 5) La moda es un asunto pasajero: ¡de muy corto plazo!, 6) El consumidor más inteligente o el mejor: ¡no es quién gasta más!, sino el que obtiene más por su dinero con un fin útil.

LA PROBLEMÁTICA DE LA DEUDA PÚBLICA EN JALISCO

Mucho se ha hablado sobre el acelerado proceso de endeudamiento del gobierno de Jalisco, predominando la exageración por sobre la explicación y entendimiento de la deuda, y no porque el problema no sea importante, sino porque debemos sopesarlo correctamente.

En primer lugar se debe considerar que el gobierno estatal tiene dos fuentes de ingresos: las propias y las participables. Sobre las fuentes propias tenemos autonomía en materia de recaudación y son el impuesto del 2% a la nómina, el impuesto al hospedaje, los recursos generados por rifas, sorteos etc., impuesto a la herencia, derechos (pago de licencias, expedición de constancias etc.), aprovechamientos (multas diversas y de tránsito etc.)

Los recursos participables provienen de la federación, tienen que ver con los excedentes petroleros y que se designan mediante diversos fondos como el fondo de fortalecimiento municipal, mientras que otros recursos provienen de la participación por la recaudación del impuesto a la renta (ISR), el impuesto al valor agregado (IVA), el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS), que se recauda en el estado pero por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y no por el gobierno estatal.

En función de estos datos la deuda pública total del Estado de Jalisco puede ser generada por el gobierno estatal, por organismos estatales, por gobiernos municipales y por organismos municipales, por lo que no toda es responsabilidad del gobernador en turno.

También es necesario aclarar que dicha deuda puede ser de corto plazo y de largo plazo. Así tenemos que la deuda total es de 26,289.8 millones de pesos al 30 de septiembre del 2012 (última cifra disponible), de la cual el 60% es del gobierno del estado, el 30% de los gobiernos municipales y 10% de organismos municipales.

Jalisco ocupa el 13° lugar con respecto a la deuda del estado como porcentaje del PIB que es del 2.8%, mismo nivel del promedio nacional y muy por debajo de la de Coahuila que representa el 7.9% de su PIB.

La deuda que no ha sido cubierta es la de corto plazo: 1,400 millones de pesos, que se contrató como crédito quirografario lo que supone que no requiere de un aval o un recurso que responda para su pago, como pueden ser los ingresos participables. Es una deuda establecida mediante la firma de pagares y que por lo tanto no requiere la autorización del congreso estatal. El resto, presumiblemente, es deuda de largo plazo, lo que significa que se irá pagando poco a poco con los recursos participables. De forma que para este 2013 se ha presupuestado pagar 1,739 millones de pesos, de ese dinero el 63% irá solo para comisiones e intereses, y el 24% para amortizar al capital (es decir reducir el importe de la deuda.

Si tomamos el saldo total de la deuda (largo más corto plazo), con respecto a los ingresos participables de este año 2013, esta representa el 88%, aunque de acuerdo con el Registro de Obligaciones y Empréstitos de Entidades Federativas y Municipios sería el 82.3% calculada con los ingresos del 2012, mientras que el promedio nacional es de 80.6%; y aun cuando no es el 299% como en Coahuila, ni el 225% como en Quintana Roo, es un nivel muy elevado.

Con respecto al total de los ingresos: propios y participables es el 36%, es decir un poco más de un tercio de los ingresos, desde este punto de vista definitivamente estamos sobre endeudados pero no es una deuda inmanejable como tampoco es no negociable, pues si tuviésemos que pagar toda la deuda en este año tendríamos que destinar 36 centavos de cada peso ingresado, sin olvidar que 64% serían para educación, salud, infraestructura, sueldos y salarios etc.

Por otro lado el proceso de endeudamiento ha crecido de manera acelerada ya que en 2006 la cifra era de 42% de los ingresos participables y en seis años se ha duplicado.

Ahora bien con respecto a los municipios, a nivel nacional el municipio de Guadalajara ocupa el primer lugar por el nivel de su deuda, en tanto que Zapopan y Tonalá ocupan el 4º y el 11° lugar respectivamente.

Con respecto a las implicaciones para la población en general, la disminución de la calificación de deuda para el gobierno estatal y municipal, significa que, en caso de un refinanciamiento o contratación de deuda nueva, se tendrán que pagar intereses más altos, y el gasto público deberá disminuirse afectando principalmente al gasto de inversión: infraestructura y, el gasto social, en el que se va más de la mitad del total.

Para evitar seguir con este proceso de endeudamiento es necesario que los gobiernos: estatal y municipales lleven a cabo tres acciones:

En primer lugar realizar un diagnóstico de gasto que les permita establecer un programa de racionalización: reducción de gastos que no tengan un impacto económico y social significativo: viáticos, celulares etc., e incrementar los rubros que potencien el crecimiento de las actividades recaudatorias que generan ingresos propios: turismo, emprendurismo etc. y así se incremente la recaudación.

Una vez hecho el diagnóstico del gasto será necesario establecer un programa de ahorro, con los gastos que pueden y deben reducirse y los que se pueden evitar porque no afectan la economía del estado ni el bienestar de la población; para que, finalmente, con dichos recursos ahorrados, se pueda establecer un programa de acelerador de pagos.

¿ES MÉXICO UNA ECONOMÍA SALUDABLE?

La salud de una economía generalmente se mide a través de sus grandes agregados económicos y de sus macrofundamentos, pero pocas veces se ha prestado atención a los problemas más acuciantes de la población como son el tener un empleo permanente, un salario remunerador, el acceso a una canasta básica alimentaria, el nivel de ingresos, su condición de informalidad, la concentración del ingreso y los niveles migratorios.

Desde finales del siglo XVII, se piensa que una economía saludable es aquella que tiene un bajo nivel inflacionario, un manejo de las finanzas públicas y de la política monetaria prudente, estabilidad macroeconómica reflejada en bajas tasas de interés, un tipo de cambio estable, un bajo déficit fiscal y comercial y un nivel de reservas internacionales adecuado, entre otras cosas.

Se pensaba que bastaba con lograr crecimiento económico para que sus beneficios se filtraran hacia la población en general y generaran desarrollo económico. Hoy la realidad ha demostrado que si bien el crecimiento es condición necesaria para disminuir la pobreza y elevar el bienestar social, no es condición suficiente, y que el deterioro continuo de los niveles de vida de la población puede generar serios problemas de violencia e ingobernabilidad.

A pesar de reconocer esto, pocos son los esfuerzos que se han realizado para evaluar un gobierno a través del bienestar social y económico de la población, ni siquiera contamos con series estadísticas largas y homogéneas sobre información tal como pobreza, concentración del ingreso, tasas de desempleo, subempleo e informalidad.

No basta con que seamos la 11ava economía más grande a nivel mundial, que tengamos tratados de libre comercio con 43 países, que la población en edad de trabajar sea el 64% de la población total, que los capitales extranjeros perciban que México es un lugar seguro para invertir, que tengamos estabilidad financiera en el sistema bancario y un bajo riesgo de deuda soberana (gubernamental).

La población pobre representa el 47% de la población total, la concentración del ingreso se ha elevado, el 60% de los trabajadores se encuentran en la informalidad, 29 millones de trabajadores no cuentan con seguro social, dos de cada tres trabajadores reciben como máximo tres salarios mínimos, es decir: cuando mucho 175 pesos al día (salario mínimo del 2012), el 14% tiene un empleo eventual y que el salario real, en los últimos 40 años, presente una caída continua, de forma que hoy en día no es ni un tercio de lo que representaba en 1982, y que para adquirir una canasta básica alimenticia con dicho salario, hoy se tenga que trabajar 22.5 hrs. cuando a fines de 1982 se requería trabajar solo 4.4 hrs.

Al parecer los gobiernos han olvidado que la economía no es solo el manejo responsable de la política fiscal y monetaria, sino el incremento en el bienestar social de la población, el desarrollo sustentable (con equilibrio ecológico), el derecho a vivir en un ambiente seguro y con valores universales.

El reto del nuevo gobierno que comienza es, en principio, homologar y disponer de estadísticas históricas confiables, que puedan consultarse de primera mano a través del internet y que nos permitan medir el avance o retroceso en materia de bienestar social. Necesitamos un esfuerzo mayúsculo por parte del INEGI y las otras instituciones que generan información estadística como el Seguro Social, la Secretaria de Desarrollo Social, del Trabajo y Previsión Social etc., para poder evaluar, con cifras exactas y comparables la evolución del bienestar social de la población, y de esta manera concentrarnos en la parte social de la economía, que es la que, en última instancia, determina a la sociedad en que vivimos.

EL MEJOR SEXENIO: COMBATE A LA POBREZA (Segunda Parte)

El Mejor Sexenio Segunda Parte

EL ACUERDO CON RESPECTO AL ABISMO FISCAL EN ESTADOS UNIDOS ES APENAS UNA PILDORITA

El Problema de desequilibrio fiscal y elevada deuda externa que vive la economía norteamericana comenzó hace ya muchos años, desde el 2001, cuando el presidente George W. Bush disminuyó los impuestos y elevó el gasto publico para hacer frente a la desaceleración económica y el impacto negativo del ataque terrorista del 11 de septiembre. Posteriormente desde el 2007 se redujeron más los impuestos y se elevó el gasto para reactivar la economía ante la crisis subprime que detonó la crisis financiera económica internacional conocida como la gran recesión.

En realidad el acuerdo es apenas el primer paso para ordenar las finanzas públicas norteamericanas y es, aún, un acuerdo incompleto. Si bien se elevarán los impuestos a las personas físicas que ganan más de 400 mil dólares anuales de un 35 a un 39.6% y se incrementa en un 20% la tasa impositiva a las ganancias por inversiones de capital (financieras) y por sus dividendos, el gasto público seguirá siendo elevado pues su recorte se pospone por dos años más y la extensión de créditos fiscales a trabajadores y estudiantes se extienden por cinco años más, y lo que es peor aún ¡no se ha tomando ninguna decisión sobre el techo de la deuda norteamericana de 16.4 billones de dólares!, asunto que debe resolverse a más tardar dentro de dos meses, o de lo contrario el gobierno norteamericano no podrá pagar su deuda tanto a nivel interno como externo, afectando principalmente a los fondos de pensiones y de inversión.

Los desequilibrios macroeconómicos son de tal magnitud, que este preacuerdo solo logrará posponer por dos meses al abismo fiscal y de nuevo veremos el riesgo frente a nuestros ojos y la discusión en el congreso sobre la política económica en Estados Unidos.

Y para muestra basta un botón: la deuda pública como porcentaje del PIB es el 110,7% y para éste 2013 será del 111.7%, y su déficit fiscal es del 8.7% del PIB, el tercero más alto a nivel mundial después de Japón y la India que tienen un déficit fiscal del 10% y 9.5% respectivamente. Por su parte la tasa de desempleo continua siendo muy elevada en un 8.2% y se espera un 8.1% para el 2013, ello significa una demanda interna deprimida y seguramente una posposición en los planes de inversión de las empresas.

De hecho para reducir su deuda debe realizar un ajuste fiscal equivalente al 10% de su PIB de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y sus necesidades de financiamiento en términos brutos equivalen el 26.3% del PIB.

El ajuste fiscal les tomará cuando menos cuatro años, pues reducir la deuda pública solo puede lograrse pagándola o renegociándola y para pagarla hay que elevar los ingresos y reducir los gastos, de esa manera podrán generar un ahorro significativo y, adicionalmente, deben evitar seguir endeudándose.

De lo anterior se desprende que necesitan realizar importantes cambios estructurales que siempre conllevan una negociación política para la aprobación de leyes y modificaciones institucionales cuya elaboración y aprobación requiere de consensos políticos, negociaciones y concesiones, es por ello que este 2013 veremos una desaceleración económica en Estados Unidos y, como resultado, en México, pero mucho ojo, no estamos hablando de un recesión aún.