ESTANCAMIENTO: ¿NUEVA CAÍDA O LENTA RECUPERACIÓN ECONÓMICA? ¿QUE HACER COMO EMPRESARIO AL RESPECTO?



Hoy en día existe una controversia sobre el rumbo que tomará la economía mundial, en especial la norteamericana, por el impacto directo que ésta tiene sobre la economía mexicana.

Es de todos sabido que el magro proceso de recuperación económica de México es producto del efecto de arrastre que ejerce la economía norteamericana a través de nuestras exportaciones ya que del valor total exportado, un 80% en promedio en los últimos 20 años, se dirige hacia ese país.

Nuestro sector exportador está fuertemente vinculado al sector industrial manufacturero de Estados Unidos, de forma que cuando aquél crece, nuestras exportaciones lo hacen también, sin embargo los últimos resultados sobre la situación de dicho país muestran un claro proceso de desaceleración con tendencia al estancamiento, producto del agotamiento del efecto multiplicador que el incremento en el gasto público tuvo sobre la dinámica económica.


El límite de dicho impulso se muestra cercano, el enorme déficit fiscal y comercial del gobierno norteamericano se ha financiado con deuda que en lo que va del año ya representa el 90% de su PIB y se espera que sobrepase el 108% en 2015 de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Por su parte, el crédito bancario no muestra una fuerte reactivación aún, y las familias que se sobre endeudaron en años previos se han enfocado en liquidar sus deudas, disminuir su consumo y posponer su compras de casas, autos y electrodomésticos, pues tampoco tienen clara su situación futura en relación al empleo y sus ingresos.

Estados Unidos es nuestro principal socio económico, no sólo porque hacia dicha economía se dirige el 87% del total de nuestras exportaciones, sino por el hecho de que de dicha economía proviene más del 40% de la inversión extranjera directa, la importancia trascendental de las remesas (segunda fuente de divisas del país), además de la importante aportación económica del turismo norteamericano.

Estas razones aunadas a los problemas en Europa que muestran ya un límite a su capacidad de endeudamiento y de déficit fiscal, han generado una fuerte incertidumbre sobre el futuro económico. Las opiniones en estos momentos se tornan divergentes y la confianza del consumidor y del productor se debilitan.

Para México, los principales obstáculos se localizan en el sector exportador, el bajo dinamismo en la generación de empleos y la desventaja de que los empleos generados son temporales y con salarios nominales más bajos. Así mismo la banca comercial se muestra reticente a prestar, lo que ha generado una tímida recuperación del crédito bancario al sector productivo, a la par que ha disminuido el ahorro bancario ante las bajas tasas de interés que se pagan al ahorrador y que en promedio son del 2% anual.

El gobierno por su parte no quiere incurrir en un problema fuerte de déficit y ha elevado los impuestos, mientras que mantiene el subejercicio del gasto; de esta forma el consumo de las familias se mantiene deprimido, al igual que la inversión fija en maquinaria y equipo, ello significa que el mercado interno se encuentra deprimido y que nuestro crecimiento depende básicamente del sector externo y por ende de la suerte de la economía norteamericana.
Como resultado, lo que podemos esperar es una dinámica económica bastante endeble y una especie de estancamiento de la anunciada recuperación, es decir un lento crecimiento económico.

¿Qué pueden hacer los empresarios ante un escenario como el anterior?

En primer lugar, recordar que ante la incertidumbre debe prevalecer la prudencia. Debemos evitar el desperdicio de recursos, las mermas en la producción, y el endeudamiento. En épocas de crisis o estancamiento la clave es mantener la objetividad y el flujo de efectivo, por lo que debemos programar correctamente los cobros y los pagos en una línea del tiempo coordinada.
No debemos olvidar que en época de estancamiento el servicio al cliente es vital, lo que nos permitirá mantener a nuestros clientes satisfechos y con la certeza de que con nosotros tendrán el producto a tiempo, con las especificaciones técnicas adecuadas y con la calidad requerida.

Es momento de acercarnos a nuestros proveedores para identificar necesidades comunes y planear estratégias que nos generen en conjunto sinergias de ahorro y flujo de efectivo. Una comunicación estrecha nos permitirá enfrentar un entorno adverso uniendo nuestras fortalezas.

Buscar formas de ahorro, reutilización de desperdicio o su venta, a la par de buscar nuevos mercados, pues no hay que olvidar que en épocas de recesión surgen nuevas necesidades y nuevos segmentos de mercado. Veamos si podemos generar algún producto para el segmento de ingresos bajos de la población.

No olvide tampoco que un cliente satisfecho en tiempo y calidad, está dispuesto a pagar un sobreprecio.

Pero lo más importante es planear nuestra actividad futura para tres escenarios: de recesión, de estancamiento y de crecimiento, y yo recomiendo empezar con un escenario recesivo, pues si la situación es mejor que ello, los resultados positivos se sentirán de inmediato generando mayor confianza en nuestros empleados y clientes.

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