RIESGOS EXTERNOS PARA EL 2014:…EL SEGUNDO RIESGO, EL PRECIPICIO FISCAL

El segundo riesgo tiene que ver con nuestra estrecha dependencia de la economía norteamericana en materia de exportaciones petroleras y no petroleras, inversión extranjera, remesas y turismo, y se materializa con el denominado: precipicio fiscal y el techo de la deuda pública.

Dicho precipicio (fiscal cliff) se relaciona con el enorme déficit fiscal que tiene el gobierno norteamericano, caracterizado por un gasto público mucho mayor que sus ingresos públicos, que aunque se ha reducido sensiblemente de un 12.9% de su producto interno bruto (PIB) en 2009 a un 5.8% esperado para este 2013, sigue siendo el tercero más elevado de las economías desarrolladas, después de Japón con un 9.5% y España con un 6.7%, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) (http://www.imf.org/external/pubs/ft/fm/2013/02/fmindex.htm).

Parte de ese déficit fiscal está financiado con deuda pública, la que ha venido creciendo de forma persistente de un 86.3% en 2009 a un 106% de su PIB, que es lo pronosticado para 2013 y, aunque no se compara con el 243.5% de Japón ni el 175.7% de Grecia, sus niveles indican que generan más deuda pública que riqueza real (PIB), sin considerar aún la deuda privada.

El problema es que dicho endeudamiento se elevará durante 2014 y 2015, porque se espera un incremento en las tasas de interés tanto internas como internacionales lo que generará aún mayores problemas para su financiamiento, aumentando sus necesidades financieras del 23.9% del PIB en 2013 al 24.3% en 2014 de acuerdo a las proyecciones del FMI.

En teoría esta problemática está resuelta por un techo de endeudamiento establecido por el Congreso Norteamericano y que cada año, desde hace mucho tiempo en realidad, debe ser negociado políticamente. Dicho techo de endeudamiento obliga a aplicar medidas relacionadas con la reducción del gasto y la elevación de los impuestos (fiscal cliff), pero cuya aplicación se ha venido posponiendo de manera persistente. En pocas palabras para no aplicar las medidas del precipicio fiscal se debe negociar el incremento del techo de la deuda pública.

El debate político, como en cualquier otro país, se centra en quiénes deben cargar con dichos incrementos en impuestos y quiénes con la reducción del gasto, a quién quitarle los subsidios e incentivos fiscales instrumentados desde el gobierno de George W Bush y a quiénes se perjudicará con el menor gasto público. Elementos que no logran conciliar el partido Demócrata y el Republicano.

En resumidas cuentas la aplicación del precipicio fiscal y la no autorización de la elevación del techo de la deuda impondrían un fuerte freno a la economía norteamericana, reduciendo su producción, generación de empleos, ingresos y por lo tanto consumo e inversión, y dada nuestra estrecha dependencia, impondría también un freno a la economía mexicana, que de por si viene avanzando con enorme lentitud, como si trajéramos de hecho el freno puesto.

Ello reduciría nuestras exportaciones, especialmente petroleras y manufactureras, la inversión extranjera norteamericana, así como también las remesas que representan un importante alivio para la clase baja mexicana.

De esta forma el dinamismo económico de México se encuentra estrechamente ligado a las decisiones que sobre el techo de la deuda y el precipicio fiscal norteamericano se tomen a principios del 2014.

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