Enfrentamos ya una crisis global que afecta fuertemente al
sector salud y la economía y no se resolverá en tres semanas, ni en tres meses.
Los efectos de la misma se sentirán hasta fin de año y la mayoría de los
analistas establecen que impacto será mayor al de la crisis subprime del
2008-2009.
Para el caso de México los más pesimistas estiman una
reducción del 10% del PIB y los más optimistas hablan de una reducción de
alrededor del 3.0%.
https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2020/04/06/abre-la-semana-el-peso-en-25-07-por-dolar-5347.html
https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2020/04/06/abre-la-semana-el-peso-en-25-07-por-dolar-5347.html
En un reporte técnico econométrico reciente de LabRegional
UNAM, se estima una caída moderada del PIB de 3.3% considerando la conjunción
de tres fenómenos:
a) La crisis interna en México provocada por la caída del consumo, el confinamiento y una crisis de producción por la ruptura de cadenas de suministro y la quiebra de empresas de todos tamaños con el consecuente desempleo estimado en 1 millón de personas.
b) Una caída en el PIB de EUA de aproximadamente un 2%,
c) La caída del precio internacional del petróleo en un 20% promedio.
https://www.researchgate.net/publication/340209628_IMPACTOS_MACROECONOMICOS_POTENCIALES_POR_COVID-19_EN_MEXICO
a) La crisis interna en México provocada por la caída del consumo, el confinamiento y una crisis de producción por la ruptura de cadenas de suministro y la quiebra de empresas de todos tamaños con el consecuente desempleo estimado en 1 millón de personas.
b) Una caída en el PIB de EUA de aproximadamente un 2%,
c) La caída del precio internacional del petróleo en un 20% promedio.
https://www.researchgate.net/publication/340209628_IMPACTOS_MACROECONOMICOS_POTENCIALES_POR_COVID-19_EN_MEXICO
Como puede observarse en el cuadro no. 5 de dicho reporte, se
espera una caída durante todo el año y en todos los rubros: tanto la oferta
agregada (PIB) como la demanda agregada, con una pequeña excepción para las
exportaciones petroleras en el 4º trimestre del 2020.
Si bien el Banco de México con su política monetaria ya
redujo su tasa de interés de referencia en 50 puntos base, duplicó la cantidad
de coberturas cambiarias en subasta, subastó crédito en dólares gracias al
acuerdo de swaps con la Reserva Federal, esas medidas necesarias no serán
suficientes para garantizar la recuperación económica.
Para ello se necesita política fiscal, misma que se compone
de Ingresos (impuestos, deuda y precios y tarifas públicos) y de gasto público.
Es un hecho que muchas empresas quebrarán, sobre todo porque
el 95% son microempresarios que prácticamente viven al día, sin excedentes para
seguir pagando sueldos y salarios por un mes, y con vínculos directos con la
población más pobre del país. Ellos requieren créditos, subsidios y posposición
de impuestos para los que son formales, pero…
El presidente ha dicho que no habrá prorrogas para el pago de
impuestos, ni facilidades de pago y mucho menos condonaciones.
Además, estableció que las empresas deben pagar al 100% los
salarios de los trabajadores enviados a casa por un mes, y aunque ello es ético
y justo, es difícil que el 99% de las empresas (micro y pequeñas) puedan
hacerlo sin morir en el intento. Lo que traerá un incremento en el desempleo y
mayor lentitud en la recuperación económica.
En cuanto al gasto público, se requiere un correcto
diagnóstico del mismo, para determinar cuál se puede reducir, cuánto se puede
reorientar de forma que tenga el mayor poder contracíclico y cuál debe
suspenderse.
No es momento de austeridad, y se debe aprovechar los
créditos que instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial están
poniendo a disposición de los gobiernos.
Es importante aclarar que la deuda en sí misma no es mala, el
problema radica en que se gaste dicha deuda, y con un correcto plan de
inversión y financiamiento se podrá pagar más adelante, pero el presidente ha
dicho que no habrá un incremento en la deuda, sino que todo lo contrario se
reducirá, tampoco subirá los impuestos, ni los precios de los bienes y
servicios públicos, justo en el momento en que la actividad productiva, el
comercio y los servicios requieren de un buen empujón.
Con respecto al gasto público, es importante destacar que los
recursos destinados para la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el corredor
Transistmico y el aeropuerto de Santa Lucía representan un dinero invertido que
no generará ingresos hasta dentro de 4 años al menos, y que su posposición ¡no
su cancelación! puede destinarse a un gasto de contención de la crisis mediante
créditos subsidiados, de baja tasa de interés y con la promesa de mantener el
empleo para las empresas a través de la Banca de Desarrollo.
Ello apoyará el empleo, la inversión, la producción y los
ingresos de las familias.
Con respecto al gasto en bienestar social, y el dirigido
hacia los más pobres, si bien es cierto que es un deber moral y ético, no tiene
el mismo efecto que el anterior, porque los recursos entregados por familia y
persona son pocos y su efecto multiplicador y de arrastre sobre la economía
mínimo, ya que son recursos que en su mayoría se destinan a la satisfacción de necesidades
básicas sin afectar la compra de autos, electrodomésticos, etc.
La ampliación del programa sembrando vidas tampoco generará
resultados de corto plazo, se trata de cultivar un millón de hectáreas con
árboles frutales, si bien genera empleo para campesinos, hijos de ejidatarios y
pequeños propietarios, el ingreso mensual es de 5 mil pesos, y tampoco generará
flujo de efectivo en el corto plazo, además se ha demostrado que muchos
campesinos han deforestado sus tierras para recibir el apoyo.
Los programas de apoyo a la pobreza, para ser efectivos y
útiles deben acompañarse de cursos de finanzas, administración,
comercialización y contabilidad, para que dichos subsidios generen, no solo
capital político, sino empoderamiento, es decir que gracias a ellos se
desarrollen destrezas, habilidades y capital humano para que en un futuro
cercano los beneficiarios puedan salir por si mismos de la pobreza. Es también
indispensable que dicho gasto contemple reglas de operación, padrones de
beneficiarios, estudios socioeconómicos y contemple la vocación territorial y
las destrezas que ya posee cada comunidad
Finalmente, cuando el subsidio es generalizado y no
focalizado también representa un desperdicio de recursos porque no todos los
hogares lo necesitan, aunque sí la mayoría. Y al no tener seguimiento y ser
acompañados por una estrategia integral y transversal entre dependencias
públicas se convierte en un gasto improductivo que no genera efectos de
arrastre y efectos multiplicadores sobre la inversión privada, el consumo y las
exportaciones.
Necesitamos un Programa de Emergencia Económica, pero
seguimos con un programa de alivio a la pobreza.
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