Un interesante documento del Boston Consulting Group de junio del 2014, denominado la “Crisis de la mano de obra mundial” nos hace reflexionar sobre la complejidad del problema laboral.
En el mercado de trabajo, el equilibrio entre la oferta y demanda de trabajo y por lo tanto de sus talentos, es más bien la excepción y tanto el exceso de fuerza de trabajo como su escasez generan serios problemas económicos.
Un exceso de fuerza de trabajo genera desempleo y subocupación, eleva la tasa de condiciones críticas de ocupación, de informalidad laboral y de presión laboral; disminuye los salarios nominales y destruye destrezas y conocimientos conforme se incrementa el tiempo en que la persona desocupada permanece en tal condición, sin contar los efectos psicológicos depresivos que el fenómeno produce. También erosiona la base tributaria con la reducción de los niveles de consumo de las familias y ventas de las empresas. Crecer económicamente es cada vez más difícil y la contracción del mercado interno se va retroalimentado.
La falta de empleo genera problemas sociales de desintegración familiar, vagancia, delincuencia, drogadicción y alcoholismo, lo que incrementa los costos de los servicios sociales y la necesidad de instrumentar políticas públicas de contención, lo que a su vez eleva el gasto social y presiona sobre el déficit fiscal y por tanto el endeudamiento público.
Los desempleados buscan actividades informales que generen ingresos, lo que paralelamente disminuye la productividad y paradojicamente incrementa el costo de la mano de obra, en términos unitarios. Las empresas buscan disminuir los costos laborales para mantener su rentabilidad lo que disminuye la calidad de los empleos otorgados y precariza aún más el mercado laboral. En conjunto estos elementos disminuyen la competitividad económica de un país, desincentivan la inversión productiva y por ende generan un menor crecimiento económico retroalimentando el problema.
Las políticas públicas se enfocan en re-adaptar la oferta de trabajo a las necesidades de le empresa, fomentar el emprendurismo, desmotivar la inmigración y fomentar la re-patriación de aquellos procesos productivos realizados en el exterior, combatir la informalidad y utilizar incentivos fiscales para la inversión productiva.
Por su parte la escasez de fuerza de trabajo (vacantes), encarece la mano de obra y reduce la rentabilidad de los negocios. Las empresas se ven obligadas a elevar su productividad mediante inversión tecnológica e innovación, la sub-contratación de procesos y el incremento de su competitividad. Ello genera nuevas necesidades de capacitación, adiestramiento y conocimiento de la mano de obra, presionando a las instituciones educativas a modificar programas de estudio y generar estudiantes con capacidades para ser empleados (empleabilidad).
Adicionalmente se genera inflación salarial lo que dificulta el crecimiento económico y entorpece los equilibrios de los otros mercados: materia prima, productos, capitales.
Otra serie de problemas relacionados con la demografía laboral se presentan: es necesario motivar la participación de la mujer en el mercado laboral, y la de las personas de la tercera edad. Las empresas se ven tentadas a incorporar fuerza de trabajo infantil con bajos salarios y sin prestaciones y la intensidad de las jornadas laborales se incrementa.
Como puede deducirse, tanto el excedente como la escasez de fuerza de trabajo dificultan el crecimiento económico, el problema es que el desequilibrio en el mercado laboral es más bien una excepción que una norma.
Como ya había establecido en un documento anterior, México tiene vacantes y desempleados, lo que genera una mayor problemática, pues ello significa que las empresas no pueden llenar las vacantes porque los trabajadores no tienen las habilidades ni capacidades que la empresa requiere, ¡a pesar de existir mano de obra disponible!. Esta brecha laboral es adicional al problema de exceso de fuerza de trabajo que es la diferencia entre cantidad de trabajadores disponibles y demanda de trabajadores por parte de las empresas e instituciones.
De acuerdo con el estudio, México tiene una población económicamente activa de 51 millones de personas en el 2012, y en el 2020 tendrá un excedente de 10 millones de personas que no encontrarán trabajo, dicho excedente crecerá a una tasa de 2.01% anual del 2012 al 2020, y del 1.2% anual del 2021 al 2030, a menos que incrementemos el emprendurismo y con él la producción y rentabilidad de las empresas, generemos empleabilidad en los jóvenes mediante el desarrollo de capacidades y destrezas y tengamos una política fiscal promotora de empleo e inversión productiva, el sector informal seguirá creciendo y con el la precariedad del empleo y la caída en la competitividad.
LA TASA DE INTERÉS Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
La teoría económica convencional establece que una reducción en las tasas de interés generará crecimiento económico debido a que el empresario encontrará más rentable invertir en la producción de un bien que le dará una mayor ganancia, que depositar el dinero en una institución financiera para obtener a cambio un rendimiento.
Sin embargo los empresarios no toman decisiones en función únicamente de la diferencia entre el rendimiento financiero y la ganancia. Existen factores más importantes que inhiben la inversión productiva, uno de ellos es la expectativa sobre la venta futura de sus productos.
Cuando un empresario no espera vender el producto a producir, no invierte, a pesar de que tenga a su disposición un crédito bancario barato, o una cantidad abundante de mano de obra barata y materia prima.
Los empresarios saben de las dificultades que el proceso productivo conlleva: tratar con proveedores, trabajadores, distribuidores y clientes, son solo algunas de dichas dificultades, además deben manejar correctamente la contabilidad, lidiar con la competencia, con los impuestos y las medidas de seguridad social, ecológicas y fiscales en general que el gobierno establezca.
Una perspectiva pesimista sobre el crecimiento económico futuro –variaciones negativas en el producto interno bruto (PIB)- es más disuasiva que el efecto, tentativamente promotor, de una reducción de la tasa de interés de referencia del banco central.
Por otro lado la reducción de la tasa de referencia del banco central no es condición suficiente para la reducción de las tasas bancarias en el crédito para las empresas. Los bancos comerciales son renuentes a los riesgos y prefieren financiar al sector público: municipios, gobiernos estatales y dependencias gubernamentales, cuya deuda consideran más segura, que al sector privado. Por otro lado la rentabilidad del crédito de corto plazo canalizado vía tarjetas de crédito es mayor y el retorno de la inversión mucho más rápido.
Los bancos han encontrado en el cobro de comisiones, el pago por servicios financieros de administración de nómina, seguros diversos: vida, automóviles, etc., razones adicionales para perder el interés en el financiamiento a la producción. Incluso prefieren utilizar sus recursos monetarios en la compra de instrumentos financieros o de deuda pública que promete rendimientos de corto plazo, que esperar a recobrar la inversión de un proceso productivo cuyo periodo de maduración es mayor.
Por otro lado, el mercado interno deprimido, resultado de los bajos salarios, disminuye las ventas y tornan pesimistas a los consumidores, quienes deciden posponer sus decisiones de compras importantes para momentos mejores.
Así, el principal instrumento de la política monetaria deja de ser eficiente, y la tasa de interés objetivo o de referencia -aquella que esperan permita reducir el resto de las tasas bancarias- no ejerce el efecto esperado sobre las perspectivas de rentabilidad de la inversión productiva.
En ese momento se dice que la inversión productiva es inelástica a la tasa de interés y que por lo tanto se deben tomar otro tipo de medidas de política económica para reactivar la economía, entre las que destacan la mayor emisión monetaria para que presione al alza la inflación y ello motive a los consumidores a comprar hoy, o bien, el incrementar el gasto público en obras de infraestructura y el gasto social para reactivar sectores económicos específicos que a su vez generen un efecto multiplicador sobre otras empresas que operan como proveedores del gobierno.
Este es el panorama de la situación actual a nivel mundial y no sólo en México. La política monetaria ha perdido uno de sus principales instrumentos como resultado del escepticismo y debilidad de los mercados a nivel internacional.
Sin embargo los empresarios no toman decisiones en función únicamente de la diferencia entre el rendimiento financiero y la ganancia. Existen factores más importantes que inhiben la inversión productiva, uno de ellos es la expectativa sobre la venta futura de sus productos.
Cuando un empresario no espera vender el producto a producir, no invierte, a pesar de que tenga a su disposición un crédito bancario barato, o una cantidad abundante de mano de obra barata y materia prima.
Los empresarios saben de las dificultades que el proceso productivo conlleva: tratar con proveedores, trabajadores, distribuidores y clientes, son solo algunas de dichas dificultades, además deben manejar correctamente la contabilidad, lidiar con la competencia, con los impuestos y las medidas de seguridad social, ecológicas y fiscales en general que el gobierno establezca.
Una perspectiva pesimista sobre el crecimiento económico futuro –variaciones negativas en el producto interno bruto (PIB)- es más disuasiva que el efecto, tentativamente promotor, de una reducción de la tasa de interés de referencia del banco central.
Por otro lado la reducción de la tasa de referencia del banco central no es condición suficiente para la reducción de las tasas bancarias en el crédito para las empresas. Los bancos comerciales son renuentes a los riesgos y prefieren financiar al sector público: municipios, gobiernos estatales y dependencias gubernamentales, cuya deuda consideran más segura, que al sector privado. Por otro lado la rentabilidad del crédito de corto plazo canalizado vía tarjetas de crédito es mayor y el retorno de la inversión mucho más rápido.
Los bancos han encontrado en el cobro de comisiones, el pago por servicios financieros de administración de nómina, seguros diversos: vida, automóviles, etc., razones adicionales para perder el interés en el financiamiento a la producción. Incluso prefieren utilizar sus recursos monetarios en la compra de instrumentos financieros o de deuda pública que promete rendimientos de corto plazo, que esperar a recobrar la inversión de un proceso productivo cuyo periodo de maduración es mayor.
Por otro lado, el mercado interno deprimido, resultado de los bajos salarios, disminuye las ventas y tornan pesimistas a los consumidores, quienes deciden posponer sus decisiones de compras importantes para momentos mejores.
Así, el principal instrumento de la política monetaria deja de ser eficiente, y la tasa de interés objetivo o de referencia -aquella que esperan permita reducir el resto de las tasas bancarias- no ejerce el efecto esperado sobre las perspectivas de rentabilidad de la inversión productiva.
En ese momento se dice que la inversión productiva es inelástica a la tasa de interés y que por lo tanto se deben tomar otro tipo de medidas de política económica para reactivar la economía, entre las que destacan la mayor emisión monetaria para que presione al alza la inflación y ello motive a los consumidores a comprar hoy, o bien, el incrementar el gasto público en obras de infraestructura y el gasto social para reactivar sectores económicos específicos que a su vez generen un efecto multiplicador sobre otras empresas que operan como proveedores del gobierno.
Este es el panorama de la situación actual a nivel mundial y no sólo en México. La política monetaria ha perdido uno de sus principales instrumentos como resultado del escepticismo y debilidad de los mercados a nivel internacional.
EL BITCOIN ¿UNA MONEDA SEGURA Y CON FUTURO?
Artículo elaborado por Nora C. Ampudia y Lourdes Maisterrena
El Bitcoin es una moneda virtual generada a través de un software, es lo que denomina una moneda electrónica o digital también conocida como BTC. Es la moneda electrónica más utilizada en el mundo además de ser la precursora de las llamadas criptomonedas, que basan su respaldo en la criptografía, es decir, en algoritmos matemáticos difíciles de descifrar que pueden permitir brindar seguridad a las transacciones que se realizan.
Satoshi Nakamoto es el programador o es el seudónimo de los programadores que crearon el software de Bitcoin que está disponible pública y gratuitamente en la red desde 2009. Este software y sus monedas han tenido un importante éxito en el mundo virtual, y la forma de producir la moneda es a través de lo que se denomina la “minería”.
Los buscadores de bitcoin o “mineros” a través de sus computadoras y tarjetas gráficas, deben formar lo que llaman un “bloque” -aproximadamente cada 10 minutos se forma uno- y al hacerlo se les recompensa con 25 BTC. Entre mayor poder computacional se tiene, más posibilidades hay de formar el bloque, y para esto se han conformado grupos de minería que se denominan “pools” que unen su capacidad de cómputo para aumentar las probabilidades de obtener los bitcoin. Otra manera más sencilla de conseguir bitcoins es comprarlos.
El uso del bitcoin se ha promovido porque no se necesita de ningún intermediario para su uso, no se pagan comisiones, se pueden hacer pagos internacionales baratos, rápidos y fáciles; no es necesario proveer tu identidad para hacer transacciones; no hay una autoridad central que controle su precio y su oferta, o que rastree las operaciones que se realizan. Sin embargo no es una moneda con la que se pueda liquidar deudas bancarias ya que carece de respaldo legal y de respaldo en activos físicos.
Lo que muchos de los implicados con transacciones de bitcoin desconocen es que dicha moneda no es de curso legal, por lo que no se encuentra respaldada por un marco legal e institucional apropiado. En caso de un fraude ningún banco central acudirá al rescate, en pocas palabras no hay un prestamista de última instancia y por lo tanto no existe ninguna autoridad que lo respalde; su función como medio de pago no está garantizada y nadie puede obligar a aceptarlo como medio de pago.
Como toda moneda, la ampliación o reducción de su uso depende de la confianza y aceptación de la misma, y dicha confianza radica en la seguridad que el sistema virtual pueda garantizar para las transacciones y para los monederos electrónicos utilizados.
Por el anonimato que promueve, se ha encontrado que se ha utilizado en actividades ilícitas como fraude, narcotráfico, evasión fiscal y lavado de dinero.
Es necesario destacar que como moneda de cambio tiene un precio sumamente volátil, lo que la convierte en una moneda muy riesgosa para utilizarse como forma de ahorro o inversión. Dado que la moneda no tiene un valor facial, su precio puede llegar a cero.
La razón de la elevada variación en su precio radica en los siguientes puntos:
• La confianza: entre más aceptada sea esta moneda para compra-venta, más personas lo admitirán como medio de pago por lo que su precio aumentará, lo contrario será si se considera un medio de pago poco confiable.
• Su producción como moneda y disponibilidad, lo que sustenta su precio virtual.
En el mes de junio de 2014 un bitcoin equivalía a 672 dólares, cuando apenas un mes antes era menor de 450 dólares. A finales de 2013 su precio llego a ser mayor a 1000 dólares por moneda, y en sus inicios se llegó a vender en 10 centavos de dólar, lo que evidencia su volatilidad y lo riesgoso que es para considerarse una inversión.
En algunos mercados de bitcoin se han presentado ciertos problemas, el más reciente fue el caso de la casa de cambio de BTC: Mt. Gox, en Japón, que se declaró en quiebra por culpa de unos hackers que colapsaron su sistema.
También se ha sabido de importantes pérdidas de monedas en la red, además del mal uso que se le da en mercados ilegales.
Existen varios países que están prohibiendo el uso de esta criptomoneda, pero también hay muchos gobiernos que en realidad están interesados en regular este mercado, para evitar que haya evasión de impuestos. En cualquiera de los casos, ningún gobierno está dispuesto a respaldar dicha moneda en caso de un colapso.
El bitcoin resulta una moneda muy novedosa y que puede tener un importante impacto en la transacciones para compra-venta, además si las regulaciones que hagan los gobiernos con esta moneda resultan claras y fáciles de seguir se tendrá más confianza y probablemente aumenten el número de actividades comerciales que se realicen con criptomonedas, pero lo que debe quedar muy claro es que no reemplazará a una divisa, ni a una moneda de curso legal, como tampoco tiene el soporte institucional como el que tiene la banca comercial, sin embargo puede ser un incentivo para que los bancos se modernicen y abaraten sus formas de pago.
El Bitcoin es una moneda virtual generada a través de un software, es lo que denomina una moneda electrónica o digital también conocida como BTC. Es la moneda electrónica más utilizada en el mundo además de ser la precursora de las llamadas criptomonedas, que basan su respaldo en la criptografía, es decir, en algoritmos matemáticos difíciles de descifrar que pueden permitir brindar seguridad a las transacciones que se realizan.
Satoshi Nakamoto es el programador o es el seudónimo de los programadores que crearon el software de Bitcoin que está disponible pública y gratuitamente en la red desde 2009. Este software y sus monedas han tenido un importante éxito en el mundo virtual, y la forma de producir la moneda es a través de lo que se denomina la “minería”.
Los buscadores de bitcoin o “mineros” a través de sus computadoras y tarjetas gráficas, deben formar lo que llaman un “bloque” -aproximadamente cada 10 minutos se forma uno- y al hacerlo se les recompensa con 25 BTC. Entre mayor poder computacional se tiene, más posibilidades hay de formar el bloque, y para esto se han conformado grupos de minería que se denominan “pools” que unen su capacidad de cómputo para aumentar las probabilidades de obtener los bitcoin. Otra manera más sencilla de conseguir bitcoins es comprarlos.
El uso del bitcoin se ha promovido porque no se necesita de ningún intermediario para su uso, no se pagan comisiones, se pueden hacer pagos internacionales baratos, rápidos y fáciles; no es necesario proveer tu identidad para hacer transacciones; no hay una autoridad central que controle su precio y su oferta, o que rastree las operaciones que se realizan. Sin embargo no es una moneda con la que se pueda liquidar deudas bancarias ya que carece de respaldo legal y de respaldo en activos físicos.
Lo que muchos de los implicados con transacciones de bitcoin desconocen es que dicha moneda no es de curso legal, por lo que no se encuentra respaldada por un marco legal e institucional apropiado. En caso de un fraude ningún banco central acudirá al rescate, en pocas palabras no hay un prestamista de última instancia y por lo tanto no existe ninguna autoridad que lo respalde; su función como medio de pago no está garantizada y nadie puede obligar a aceptarlo como medio de pago.
Como toda moneda, la ampliación o reducción de su uso depende de la confianza y aceptación de la misma, y dicha confianza radica en la seguridad que el sistema virtual pueda garantizar para las transacciones y para los monederos electrónicos utilizados.
Por el anonimato que promueve, se ha encontrado que se ha utilizado en actividades ilícitas como fraude, narcotráfico, evasión fiscal y lavado de dinero.
Es necesario destacar que como moneda de cambio tiene un precio sumamente volátil, lo que la convierte en una moneda muy riesgosa para utilizarse como forma de ahorro o inversión. Dado que la moneda no tiene un valor facial, su precio puede llegar a cero.
La razón de la elevada variación en su precio radica en los siguientes puntos:
• La confianza: entre más aceptada sea esta moneda para compra-venta, más personas lo admitirán como medio de pago por lo que su precio aumentará, lo contrario será si se considera un medio de pago poco confiable.
• Su producción como moneda y disponibilidad, lo que sustenta su precio virtual.
En el mes de junio de 2014 un bitcoin equivalía a 672 dólares, cuando apenas un mes antes era menor de 450 dólares. A finales de 2013 su precio llego a ser mayor a 1000 dólares por moneda, y en sus inicios se llegó a vender en 10 centavos de dólar, lo que evidencia su volatilidad y lo riesgoso que es para considerarse una inversión.
En algunos mercados de bitcoin se han presentado ciertos problemas, el más reciente fue el caso de la casa de cambio de BTC: Mt. Gox, en Japón, que se declaró en quiebra por culpa de unos hackers que colapsaron su sistema.
También se ha sabido de importantes pérdidas de monedas en la red, además del mal uso que se le da en mercados ilegales.
Existen varios países que están prohibiendo el uso de esta criptomoneda, pero también hay muchos gobiernos que en realidad están interesados en regular este mercado, para evitar que haya evasión de impuestos. En cualquiera de los casos, ningún gobierno está dispuesto a respaldar dicha moneda en caso de un colapso.
El bitcoin resulta una moneda muy novedosa y que puede tener un importante impacto en la transacciones para compra-venta, además si las regulaciones que hagan los gobiernos con esta moneda resultan claras y fáciles de seguir se tendrá más confianza y probablemente aumenten el número de actividades comerciales que se realicen con criptomonedas, pero lo que debe quedar muy claro es que no reemplazará a una divisa, ni a una moneda de curso legal, como tampoco tiene el soporte institucional como el que tiene la banca comercial, sin embargo puede ser un incentivo para que los bancos se modernicen y abaraten sus formas de pago.
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