México tiene todas las condiciones para crecer: baja inflación, sistema financiero saludable, bajo déficit fiscal, estabilidad macroeconómica, bajas tasas de interés pero…¡No crece!, ¿Qué hay detrás?
Toda economía tiene dos motores de crecimiento: a) el mercado interno y b) el mercado externo.
El primero se compone del gasto que realizan las familias en bienes de consumo, el gasto que realizan las empresas en bienes de inversión (maquinaria, equipo de trabajo, insumos para la producción, fábricas, oficinas etc.) y el gasto que realiza el gobierno a nivel federal, estatal y municipal. Con respecto al mercado externo éste se constituye principalmente por las exportaciones pero también influye la llegada de inversión extranjera, remesas, el turismo y la deuda externa. Mediante éstos gastos las empresas pueden vender lo que producen generando los ingresos en forma de salarios, intereses, rentas, utilidades e impuestos que permiten a los respectivos agentes económicos (empresas, familias y gobierno), reiniciar el ciclo de consumo y generar un empuje a la economía.
Del 2006 al 2014 en promedio, el 67% del total del PIB fue adquirido por las familias, el 11% por el gobierno y el 22% por las empresas. De dichos bienes el 30% fueron importados, por su parte los extranjeros (exportaciones) adquirieron el 29.7% de la producción nacional.
Si sumamos las importaciones más las exportaciones obtenemos el volumen de comercio exterior, es decir el 60% de la oferta total de bienes y servicios, lo que a su vez representa el grado de apertura externa o globalización de nuestra economía.
Como podemos observar, las familias son los principales consumidores de bienes y servicios producidos en México, de sus gastos depende la mayor aportación al crecimiento económico del país y de acuerdo con la encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares del INEGI, el 63% de los ingresos monetarios percibidos por los hogares se deben a salarios y sueldos, y 13% a ingresos por trabajo independiente, así 76 centavos de cada peso que recibe un hogar mexicano proviene de tener un empleo o autoempleo, sin embargo el 35% de las personas ocupadas ganó cuando mucho dos salarios mínimos en promedio durante dicho periodo; si sumamos a las que ganaron hasta 3 salarios mínimos nos daremos cuenta que más de la mitad de los ocupados, el 57%, tiene un muy bajo poder adquisitivo, de hecho no pueden comprar una canasta básica alimentaria con su salario.
Hoy un salario mínimo solo puede adquirir el 35% de la canasta alimenticia recomendable, ¡ojo! solo estamos hablando de alimentos; ello significa que solo el 26% de los ocupados ganan más de tres salarios mínimos y representan un verdadero poder de compra en el mercado.
Si a lo anterior añadimos la concentración del ingreso, el 10% de la población más rica en este país gana 19 veces más que el 10% más pobre cuyo ingreso mensual es de apenas 2 mil 332 pesos. De hecho el 50% de la población del país tiene ingresos mensuales menores a 7 mil 971 pesos, lo que indica un bajo poder adquisitivo y por lo tanto un mercado interno sumamente débil.
Los beneficios del mercado externo que consume el 30% de la producción nacional (vía exportaciones), no llegan a la población por el simple hecho del bajo número de empresas exportadoras y la gran concentración del volumen exportado en unas cuantas. De acuerdo con datos del SIEM 5 294 empresas de un total de 606 639 empresas registradas son exportadoras, es decir el 0.9%.
Por otro lado del total de las unidades económicas registradas por el censo económico 99.5% son microempresas y pequeñas empresas sin posibilidad alguna de exportar. Esta sencillas cifras nos permiten darnos cuenta que el mercado externo no puede ejercer un importante efecto de arrastre sobre la mayoría de las empresas mexicanas y que los beneficios del mismo tampoco llegan a los bolsillos de la mayoría de los mexicanos, ni siquiera de la mayoría de los empresarios.
Todo lo anterior puede explicar el por qué México no crece a pesar de su estabilidad macroeconómica y como el mercado interno es realmente precario y pequeño en función de los salarios y el poder adquisitivo de las familias.
Así, entre la pobreza y la alta concentración del ingreso un país no puede crecer y el crecimiento económico no puede generar bienestar social, de forma que tanto la pobreza como la desigualdad se convierten, a su vez, en un obstáculo para el crecimiento económico, en un interminable círculo vicioso de bajo crecimiento económico con pobreza.
Para crecer necesitamos fortalecer el mercado interno, y ello requiere de mejores salarios y condiciones laborales, un política de apoyo a la industrialización, crédito bancario para las empresas, política fiscal de promoción al bienestar social y la creación de empresas, y una mayor conciencia solidaria por parte de los accionistas y dueños de empresas para castigar sus márgenes de utilidad y dividendos en favor de mejores salarios. Ello creará las condiciones para un mercado interno con mayor poder adquisitivo y por ende un motor dinámico para el crecimiento económico y, a no muy largo plazo, ¡todos estaremos mejor!
CONSUMISMO Y NO SUSTENTABILIDAD
El consumo responsable es la elección de productos y servicios no solo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social, y por la conducta de las empresas que los elaboran. El Consumo crítico es aquel que implica consumir menos, eligiendo consumir solo lo necesario y estando atentos a como nos influye la publicidad en la creación de necesidades superfluas. El Consumo sustentable es el uso de bienes y servicios que responden a necesidades básicas y proporcionan una mejor calidad de vida y al mismo tiempo minimizan el uso de recursos naturales, materiales tóxicos y emisiones de desperdicios y contaminantes durante todo el ciclo de vida, de forma que no se ponen en riesgo las necesidades de futuras generaciones.
Estos son conceptos que debemos tener en mente a la hora de comprar bienes y servicios, recordando que el Consumismo es la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios (Real Academia de la Lengua Española, s.f.)
El consumismo impacta siempre en los recursos naturales y por ello en el equilibrio ecológico y la diversidad. De acuerdo con el Informe Planeta Vivo 2014 (file:///C:/Users/nampudia/Downloads/informe_planeta_vivo_2014_resumen_mexico.pdf) nuestras demandas sobre la naturaleza aumentan y son insostenibles.
Desde 1970 a la fecha las poblaciones de especies de animales vertebrados han disminuido 52% a nivel mundial. Esto es que en menos de dos generaciones los humanos hemos reducido dichas poblaciones a la mitad, lo que significa que nos estamos comiendo nuestro capital natural haciendo cada vez más difícil la sustentabilidad de la fauna, la flora y de nosotros mismos.
De acuerdo con el índice de planeta vivo (IPV) las especies de animales terrestres han disminuido un 39%, las especies de agua dulce un 76%, las especies marinas un 39%.
El hombre absorbe a mayor velocidad los recursos naturales que la tierra produce en el mismo lapso de tiempo, y acumula desechos a una tasa mayor que la que se puede absorber o reciclar, a ello se le denomina Huella Ecológica y es la suma de todos los recursos naturales que la sociedad demanda y que se miden a través de un índice que se compone de: carbono, zonas de pesca, tierras de cultivo, suelo urbanizado, productos forestales, productos de pastoreo etc. y, aun cuando la tecnología y la productividad aumenta la biocapacidad productiva del planeta, per cápitamente hablando nos toca cada vez menos y la sustentabilidad y el equilibrio ecológico es cada vez menor.
México ocupa el 48° lugar mundial en cuanto a su Huella Ecológica per cápita, muy por encima del promedio mundial, el valor promedio es de aproximadamente 1.9 hag (hag es la unidad de medida construida para evaluar la huella ecológica) y nosotros rondamos el 3.8 hag, lo que significa que destruimos más riqueza natural que la que creamos con ella, es decir, tenemos una pérdida de sostenibilidad económica, ecológica, social y política por la sobre explotación de los recursos. Lo curioso es que los países más desarrollados han disminuido su huella ecológica a través de importar recursos de los países pobres y exportar de ésta misma forma las pérdidas de biodiversidad a los países de menor desarrollo, y los mismo ocurre dentro de un país entre las áreas urbanas y rurales. En pocas palabras ello implica importar sus recursos naturales para elaborar productos y servicios disminuyendo la capacidad de los más pobres para lograr su supervivencia.
Una huella ecológica per cápita menor al 1.7 hag implica un mayor desarrollo sostenible, aunque no necesariamente un mayor Desarrollo Humano de acuerdo con los parámetros de la ONU, y de acuerdo con el Stockholm Resilience Center ya hemos traspasado tres de los límites planetarios que permitirían un equilibrio ecológico y nuestra supervivencia.
Los límites traspasados son: el ciclo de nitrógeno, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, aún tenemos margen en la acidificación de los océanos, el uso global del agua dulce, los cambios en el uso de la tierra, la carga atmosférica de aerosoles y la contaminación química.
Lo anterior significa que de ahora en adelante la sustentabilidad del planeta depende enteramente de nosotros, nuestras acciones, nuestras decisiones de producción, consumo y respeto del medio ambiente.
Hemos sobrepasado el equilibrio que las fuerzas de la naturaleza habían logrado durante el período del Holoceno, que generó las condiciones físico-químico-biológicas para nuestro desarrollo. El nuevo período denominado Antropoceno se refiere al momento actual en el que nuestras actividades productivas son el mayor factor de cambio a escala planetaria. Si no tomamos conciencia de ello y seguimos con nuestra industria del desperdicio y el consumismo desmesurado corremos el riesgo de agotar el único planeta habitable en este sistema solar.
Necesitamos profundizar en éstos conocimientos, analizar nuestras pautas de consumo, verificar si las empresas a las que compramos bienes y servicios realizan actividades sustentables, y crear conciencia entre nuestros familiares, amigos y conocidos.
Debemos ser conscientes que hay formas razonables de consumo y que el consumismo no es sustentable ni ecológica, ni económica, ni financiera, ni social, ni políticamente. La sociedad del consumo se auto consume así misma.
Estos son conceptos que debemos tener en mente a la hora de comprar bienes y servicios, recordando que el Consumismo es la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios (Real Academia de la Lengua Española, s.f.)
El consumismo impacta siempre en los recursos naturales y por ello en el equilibrio ecológico y la diversidad. De acuerdo con el Informe Planeta Vivo 2014 (file:///C:/Users/nampudia/Downloads/informe_planeta_vivo_2014_resumen_mexico.pdf) nuestras demandas sobre la naturaleza aumentan y son insostenibles.
Desde 1970 a la fecha las poblaciones de especies de animales vertebrados han disminuido 52% a nivel mundial. Esto es que en menos de dos generaciones los humanos hemos reducido dichas poblaciones a la mitad, lo que significa que nos estamos comiendo nuestro capital natural haciendo cada vez más difícil la sustentabilidad de la fauna, la flora y de nosotros mismos.
De acuerdo con el índice de planeta vivo (IPV) las especies de animales terrestres han disminuido un 39%, las especies de agua dulce un 76%, las especies marinas un 39%.
El hombre absorbe a mayor velocidad los recursos naturales que la tierra produce en el mismo lapso de tiempo, y acumula desechos a una tasa mayor que la que se puede absorber o reciclar, a ello se le denomina Huella Ecológica y es la suma de todos los recursos naturales que la sociedad demanda y que se miden a través de un índice que se compone de: carbono, zonas de pesca, tierras de cultivo, suelo urbanizado, productos forestales, productos de pastoreo etc. y, aun cuando la tecnología y la productividad aumenta la biocapacidad productiva del planeta, per cápitamente hablando nos toca cada vez menos y la sustentabilidad y el equilibrio ecológico es cada vez menor.
México ocupa el 48° lugar mundial en cuanto a su Huella Ecológica per cápita, muy por encima del promedio mundial, el valor promedio es de aproximadamente 1.9 hag (hag es la unidad de medida construida para evaluar la huella ecológica) y nosotros rondamos el 3.8 hag, lo que significa que destruimos más riqueza natural que la que creamos con ella, es decir, tenemos una pérdida de sostenibilidad económica, ecológica, social y política por la sobre explotación de los recursos. Lo curioso es que los países más desarrollados han disminuido su huella ecológica a través de importar recursos de los países pobres y exportar de ésta misma forma las pérdidas de biodiversidad a los países de menor desarrollo, y los mismo ocurre dentro de un país entre las áreas urbanas y rurales. En pocas palabras ello implica importar sus recursos naturales para elaborar productos y servicios disminuyendo la capacidad de los más pobres para lograr su supervivencia.
Una huella ecológica per cápita menor al 1.7 hag implica un mayor desarrollo sostenible, aunque no necesariamente un mayor Desarrollo Humano de acuerdo con los parámetros de la ONU, y de acuerdo con el Stockholm Resilience Center ya hemos traspasado tres de los límites planetarios que permitirían un equilibrio ecológico y nuestra supervivencia.
Los límites traspasados son: el ciclo de nitrógeno, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, aún tenemos margen en la acidificación de los océanos, el uso global del agua dulce, los cambios en el uso de la tierra, la carga atmosférica de aerosoles y la contaminación química.
Lo anterior significa que de ahora en adelante la sustentabilidad del planeta depende enteramente de nosotros, nuestras acciones, nuestras decisiones de producción, consumo y respeto del medio ambiente.
Hemos sobrepasado el equilibrio que las fuerzas de la naturaleza habían logrado durante el período del Holoceno, que generó las condiciones físico-químico-biológicas para nuestro desarrollo. El nuevo período denominado Antropoceno se refiere al momento actual en el que nuestras actividades productivas son el mayor factor de cambio a escala planetaria. Si no tomamos conciencia de ello y seguimos con nuestra industria del desperdicio y el consumismo desmesurado corremos el riesgo de agotar el único planeta habitable en este sistema solar.
Necesitamos profundizar en éstos conocimientos, analizar nuestras pautas de consumo, verificar si las empresas a las que compramos bienes y servicios realizan actividades sustentables, y crear conciencia entre nuestros familiares, amigos y conocidos.
Debemos ser conscientes que hay formas razonables de consumo y que el consumismo no es sustentable ni ecológica, ni económica, ni financiera, ni social, ni políticamente. La sociedad del consumo se auto consume así misma.
MICROEMPRESAS Y POBREZA
Las microempresas representan el 96% del universo total empresarial, generan 45.6% de la ocupación total y solo el 11.5% de las remuneraciones. Aunque su aportación a la producción bruta total es de apenas el 5.9%, aportan al producto interno bruto (PIB) un 15%. Éstas empresas son las que generan el mayor volumen de empleo para la población ¡más que el generado por la pequeña y mediana empresa juntas! y los datos anteriores nos dicen que la pobreza se encuentra directamente ligada a éste universo de empresas, por ello su participación es más importante en el desarrollo social que en el crecimiento económico.
La microempresa tiene una importancia sistémica en el bienestar social porque el 82% de las familias tienen como fuente principal de ingresos los salarios y sueldos, y el 37% del total de los hogares tienen ingresos por realizar trabajo independiente. Si el 46% del empleo se genera en ellas no se difícil inferir que se han convertido en un estrategia de supervivencia para un segmento importante de la población. De un total de 5 millones 665 mil empresas detectadas en el último censo económico, 5 millones 438 mil son microempresas y según algunos estudios casi el 95% son informales.
Las microempresas se originan en la necesidad de las familias por tener un medio de subsistencia independiente, por ello estos emprendedores crean su propio negocio. El número de trabajadores de acuerdo con la clasificación de la Secretaría de Economía que tiene una microempresa va de 1 a 10, pero es un hecho que la gran mayoría son autoempleos. Quizás por ello la política fiscal relacionada con los ingresos tributarios y la política de gasto público no ha puesto la atención debida en éste tipo de instituciones, favoreciendo con el gasto fiscal a la mediana y la gran empresa, e igualmente a través de los programas de obra pública y compra de insumos a empresas.
¿Qué es el gasto fiscal? son los ingresos perdidos o no recibidos por el gobierno debido a la aplicación de diversas medidas que condonan o disminuyen el pago de impuestos y que son: subsidios, exenciones, condonaciones, créditos fiscales, facilidades administrativas, tasas diferenciadas, tratamientos y regímenes especiales, deducciones autorizadas y estímulos fiscales. Por obvias razones, solo las empresas registradas y que pagan impuestos pueden aprovecharlos, lo que deja a la microempresa al margen.
Por otro lado el gasto público tampoco podrá beneficiar a la microempresa ya que no cuenta ni con las condiciones legales, ni las contables y financieras para poder ser abastecedora del gobierno federal en materia de productos, serivicos e insumos. En consecuencia solo las medianas y grandes empresas que tienen los conocimientos, los procesos contables y administrativos y la infraestructura necesaria podrán sacar provecho de ello.
Sin embargo fortalecer a las microempresas generaría un mayor impacto en el bienestar social de la población, y entender la dinámica de las mismas nos ayudaría a encontrar métodos más eficientes de alivio a la pobreza, no a través de dádivas y asistencialismo que lo único que genera es capital político, sino a través del empoderamiento de los microempresarios y la generación de habilidades y destrezas que les permitan crecer y mejorar económicamente.
En conclusión si realmente queremos impactar en el bienestar de la población y el combate a la pobreza debemos generar política públicas que establezcan mecanismos a la medida para fortalecer a la microempresa. Con ello estaremos dando un paso importante en la mejora de las condiciones de vida de la población más vulnerable en éste país, ello fortalecería el mercado interno generando las bases para la expansión económica en general.
La microempresa tiene una importancia sistémica en el bienestar social porque el 82% de las familias tienen como fuente principal de ingresos los salarios y sueldos, y el 37% del total de los hogares tienen ingresos por realizar trabajo independiente. Si el 46% del empleo se genera en ellas no se difícil inferir que se han convertido en un estrategia de supervivencia para un segmento importante de la población. De un total de 5 millones 665 mil empresas detectadas en el último censo económico, 5 millones 438 mil son microempresas y según algunos estudios casi el 95% son informales.
Las microempresas se originan en la necesidad de las familias por tener un medio de subsistencia independiente, por ello estos emprendedores crean su propio negocio. El número de trabajadores de acuerdo con la clasificación de la Secretaría de Economía que tiene una microempresa va de 1 a 10, pero es un hecho que la gran mayoría son autoempleos. Quizás por ello la política fiscal relacionada con los ingresos tributarios y la política de gasto público no ha puesto la atención debida en éste tipo de instituciones, favoreciendo con el gasto fiscal a la mediana y la gran empresa, e igualmente a través de los programas de obra pública y compra de insumos a empresas.
¿Qué es el gasto fiscal? son los ingresos perdidos o no recibidos por el gobierno debido a la aplicación de diversas medidas que condonan o disminuyen el pago de impuestos y que son: subsidios, exenciones, condonaciones, créditos fiscales, facilidades administrativas, tasas diferenciadas, tratamientos y regímenes especiales, deducciones autorizadas y estímulos fiscales. Por obvias razones, solo las empresas registradas y que pagan impuestos pueden aprovecharlos, lo que deja a la microempresa al margen.
Por otro lado el gasto público tampoco podrá beneficiar a la microempresa ya que no cuenta ni con las condiciones legales, ni las contables y financieras para poder ser abastecedora del gobierno federal en materia de productos, serivicos e insumos. En consecuencia solo las medianas y grandes empresas que tienen los conocimientos, los procesos contables y administrativos y la infraestructura necesaria podrán sacar provecho de ello.
Sin embargo fortalecer a las microempresas generaría un mayor impacto en el bienestar social de la población, y entender la dinámica de las mismas nos ayudaría a encontrar métodos más eficientes de alivio a la pobreza, no a través de dádivas y asistencialismo que lo único que genera es capital político, sino a través del empoderamiento de los microempresarios y la generación de habilidades y destrezas que les permitan crecer y mejorar económicamente.
En conclusión si realmente queremos impactar en el bienestar de la población y el combate a la pobreza debemos generar política públicas que establezcan mecanismos a la medida para fortalecer a la microempresa. Con ello estaremos dando un paso importante en la mejora de las condiciones de vida de la población más vulnerable en éste país, ello fortalecería el mercado interno generando las bases para la expansión económica en general.
Jalisco, tercer lugar en creación de empleos en 2014
De acuerdo con datos oficiales, el 2014 fue el año que mayor número de empleos se han generado desde que se mide el empleo con un total de 714 mil 526 trabajos formales de los cuales Jalisco generó 66 092 empleos ocupando el tercer lugar a nivel nacional, el Distrito Federal ocupó el primer lugar con 136 267 empleos y Guanajuato el segundo con 67 604 empleos. Ello significa que superamos a Nuevo León y al Estado de México de acuerdo con datos proporcionados por el Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG Jalisco).
Si cruzamos la información con los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), los municipios que más empleo generaron fueron Guadalajara, Zapopan, Tlajomulco, Puerto Vallarta y el Salto, y de acuerdo al último Censo Económico del INEGI, Jalisco ocupa también el tercer lugar en número de empresas con el 7.2% del total nacional, detrás del Estado de México que tiene el 11.8% y el Distrito Federal que tiene el 7.9%.
A nivel nacional, predominan las pequeñas empresas que representan el 95.4% del total, de las cuales el 43% tiene menos de cinco años de creación, ello significa que la creación de empleos formales se relaciona con las nuevas facilidades fiscales generadas en la última reforma fiscal con respecto a los nuevos negocios o Régimen de Incorporación Fiscal (RIF) para nuevos emprendedores y microempresas junto con la disminución de las cuotas de seguridad social para trabajadores de bajos ingresos.
Este Régimen de Incorporación Fiscal permite deducciones de hasta el 100% del ISR durante el primer año de ingreso al mismo y se reduce gradualmente en un 10% por año, hasta eliminarse a los 10 años, al final de dicho período los contribuyentes pasan al régimen general pagando el 100% de sus impuestos. Ello facilita el acceso a créditos de Nacional Financiera y al Financiamiento del Instituto Nacional del Emprendedor.
Otro factor que promueve el empleo es el Régimen de Incorporación a la Seguridad Social (RISS) que facilita la incorporación al Seguro Social (IMSS) de dueños y trabajadores de micro y pequeñas empresas que participen en el RIF, ademas el RISS otorgará subsidios para el pago de cuotas al IMSS, subsidios que de igual manera se irán reduciendo en el tiempo.
El 90% de los empleos formales lo genera la iniciativa privada y son la micro, pequeña y mediana empresa quienes más contribuyen en la creación de empleos, sin embargo los empleos generados por la micro y pequeña empresa son predominantemente informales. Las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas) generan 7 de cada 10 empleos formales y en Jalisco el empleo se comporta de acuerdo con el promedio nacional.
Como vemos la información es positiva, sin embargo aún falta mucho por hacer en especial porque el 5% de los trabajadores en Jalisco no recibe remuneración alguna por su trabajo, el 36% ganan menos de dos salarios mínimos y el 48.8% gana de 2 a 5 salarios mínimos. El ingreso promedio de la población ocupada es de aproximadamente 6 mil pesos mensuales, pero por encima del promedio nacional que es de 5 130 pesos mensuales.
Del total de los ocupados el 70% son asalariados y el 18% trabaja por su cuenta, mientras que solo el 6% son empleadores. De todos ellos menos de la mitad está registrado en el IMSS, lo que nos da una tasa de informalidad laboral del 52.5 % y con respecto a aquellos que perciben un salario solo el 61.4% está afiliado al seguro social.
El camino aún es largo por delante, pero vamos empujando fuerte para lograr mejores condiciones laborales.
Si cruzamos la información con los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), los municipios que más empleo generaron fueron Guadalajara, Zapopan, Tlajomulco, Puerto Vallarta y el Salto, y de acuerdo al último Censo Económico del INEGI, Jalisco ocupa también el tercer lugar en número de empresas con el 7.2% del total nacional, detrás del Estado de México que tiene el 11.8% y el Distrito Federal que tiene el 7.9%.
A nivel nacional, predominan las pequeñas empresas que representan el 95.4% del total, de las cuales el 43% tiene menos de cinco años de creación, ello significa que la creación de empleos formales se relaciona con las nuevas facilidades fiscales generadas en la última reforma fiscal con respecto a los nuevos negocios o Régimen de Incorporación Fiscal (RIF) para nuevos emprendedores y microempresas junto con la disminución de las cuotas de seguridad social para trabajadores de bajos ingresos.
Este Régimen de Incorporación Fiscal permite deducciones de hasta el 100% del ISR durante el primer año de ingreso al mismo y se reduce gradualmente en un 10% por año, hasta eliminarse a los 10 años, al final de dicho período los contribuyentes pasan al régimen general pagando el 100% de sus impuestos. Ello facilita el acceso a créditos de Nacional Financiera y al Financiamiento del Instituto Nacional del Emprendedor.
Otro factor que promueve el empleo es el Régimen de Incorporación a la Seguridad Social (RISS) que facilita la incorporación al Seguro Social (IMSS) de dueños y trabajadores de micro y pequeñas empresas que participen en el RIF, ademas el RISS otorgará subsidios para el pago de cuotas al IMSS, subsidios que de igual manera se irán reduciendo en el tiempo.
El 90% de los empleos formales lo genera la iniciativa privada y son la micro, pequeña y mediana empresa quienes más contribuyen en la creación de empleos, sin embargo los empleos generados por la micro y pequeña empresa son predominantemente informales. Las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas) generan 7 de cada 10 empleos formales y en Jalisco el empleo se comporta de acuerdo con el promedio nacional.
Como vemos la información es positiva, sin embargo aún falta mucho por hacer en especial porque el 5% de los trabajadores en Jalisco no recibe remuneración alguna por su trabajo, el 36% ganan menos de dos salarios mínimos y el 48.8% gana de 2 a 5 salarios mínimos. El ingreso promedio de la población ocupada es de aproximadamente 6 mil pesos mensuales, pero por encima del promedio nacional que es de 5 130 pesos mensuales.
Del total de los ocupados el 70% son asalariados y el 18% trabaja por su cuenta, mientras que solo el 6% son empleadores. De todos ellos menos de la mitad está registrado en el IMSS, lo que nos da una tasa de informalidad laboral del 52.5 % y con respecto a aquellos que perciben un salario solo el 61.4% está afiliado al seguro social.
El camino aún es largo por delante, pero vamos empujando fuerte para lograr mejores condiciones laborales.
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