En los últimos días el peso mexicano se iba depreciado cuando aumentaba la popularidad de Trump, pero el día de ayer, durante el debate entre Donald Trump y Hillary Clinton, conforme Hillary se perfilaba como ganadora, el peso se fue apreciando hasta ser la moneda ganadora a nivel mundial, y para muchos, el peso fue el verdadero ganador del debate.
¿Cómo es esto posible?, la respuesta está en la forma de operar del mercado de monedas extranjeras (divisas) denominado mercado Forex.
Este un mercado opera las 24 hrs. del día a nivel global, no está centralizado, ni regulado, es ubicuo y presenta liquidez inmediata, pero también un riesgo elevado. El motivo principal de operación es comprar divisas baratas (moneda extranjera) para venderlas caras, es decir especular; así en segundos se pueden tener grandes pérdidas o ganancias, debido al volumen operado.
Las operaciones se realizan directamente entre compradores y vendedores a través de medios electrónicos, por teléfono o mediante órdenes de compra y venta programadas por computadora, es decir es un mercado over the counter (sobre el mostrador). En él participan desde amas de casa, con la plataforma y aplicación necesaria, hasta grandes bancos, tesorerías de empresas multinacionales, fondos de pensiones, aseguradoras, bancos centrales, cajas de ahorro y en general todo tipo de institución financiera, y las operaciones diarias rebasan los 4 billones de dólares.
El mercado Forex es tan grande, que comparado con él, el mercado de acciones en Nueva York es apenas el 1.9%
El peso, por su parte, ocupa el décimo lugar entre las divisas más negociada a nivel mundial, debido al volumen de nuestro comercio exterior, ya que por el volumen de nuestras exportaciones ocupamos el 14 lugar y también en función del volumen de las importaciones, ello sin considerar la inversión extranjera, el turismo y las remesas. De hecho el mayor volumen de operaciones peso/dólar se realiza fuera del país. Ello lo ha convertido en una moneda con mucha liquidez con la cual se puede especular fácilmente.
Los inversionistas internacionales saben que la propuesta económica de Trump no es consistente y por ello generaría graves problemas económicos a Estados Unidos,lo que genera temores e incertidumbre y buscan refugio en monedas más seguras, debilitando al peso.
México es el segundo socio comercial más importante de Estados Unidos y una re-negociación de los tratados comerciales y el incremento en los aranceles a la importación nos pondría en desventaja, generando una menor cantidad de exportaciones mexicanas hacia aquel país y un incremento de nuestro déficit comercial, lo que depreciaría aún más al peso generando de nuevo una búsqueda de un refugio seguro en otras monedas.
La propuesta de Hillary es más coherente, y aunque seguramente implicará la renegociación del tratado comercial, el riesgo y la incertidumbre es mucho menor, lo que favorece al peso como moneda de refugio, en especial para otros países de latinoamérica.
De esta forma, cuando Trump avanza, los temores y la incertidumbre aumentan y se apuesta en contra del peso, lo contrario sucede cuando Hillary avanza en las preferencias, de esta forma lo político influye en la paridad peso/dólar a través de la especulación, la incertidumbre y el temor.
PAQUETE ECONÓMICO 2017: LA MISMA MEDICINA QUE NO DA RESULTADO
Hoy el objetivo básico en política económica es la estabilidad macroeconómica, ya no el crecimiento económico ni la generación de empleos.
Aquellos objetivos del Estado del Bienestar han quedado en el olvido. Hoy la prioridad es consolidar las finanzas públicas y mantener la responsabilidad fiscal, argumento principal del neoliberalismo económico que no es otra cosa que una corriente ideológica que no ha dado resultado y cuyo fracaso se ha constatado estadísticamente a nivel mundial, pero que ha sobrevivido por la fe ciega de aquellos que piensan que el libre mercado, la baja inflación y la estabilidad son condiciones necesarias y suficientes para crecer y que dicho crecimiento se traducirá en una reducción de la pobreza, una mejor distribución del ingreso y la riqueza y por ende mayor bienestar social.
El desarrollo humano, el equilibrio ecológico y el salario remunerador no es para ellos motivo de preocupación pues consideran que ello es un simple resultado de lo anterior.
El problema es que el gasto público siempre redistribuye los ingresos y la riqueza, tanto cuando se incrementa como cuando se reduce y cuando se reduce golpea más a quién menos tiene, y en México desde el 2015 hemos acumulado recortes al gasto público, lo que significa acumular efectos negativos para la economía, pues dicho gasto junto a la inversión privada son los motores que ejercen un efecto multiplicador y de arrastre sobre todos los sectores económicos.
El nuevo paquete económico tiene entre sus metas una reducción del gasto equivalente al 1.2% del Producto Interno Bruto (PIB) y así lograr un superávit primario equivalente al 0.1% del PIB, por ello veremos en 2017 un menor crecimiento económico, menor generación de empleo y una posposición de las necesidades de quien menos tiene.
Aquellos objetivos del Estado del Bienestar han quedado en el olvido. Hoy la prioridad es consolidar las finanzas públicas y mantener la responsabilidad fiscal, argumento principal del neoliberalismo económico que no es otra cosa que una corriente ideológica que no ha dado resultado y cuyo fracaso se ha constatado estadísticamente a nivel mundial, pero que ha sobrevivido por la fe ciega de aquellos que piensan que el libre mercado, la baja inflación y la estabilidad son condiciones necesarias y suficientes para crecer y que dicho crecimiento se traducirá en una reducción de la pobreza, una mejor distribución del ingreso y la riqueza y por ende mayor bienestar social.
El desarrollo humano, el equilibrio ecológico y el salario remunerador no es para ellos motivo de preocupación pues consideran que ello es un simple resultado de lo anterior.
El problema es que el gasto público siempre redistribuye los ingresos y la riqueza, tanto cuando se incrementa como cuando se reduce y cuando se reduce golpea más a quién menos tiene, y en México desde el 2015 hemos acumulado recortes al gasto público, lo que significa acumular efectos negativos para la economía, pues dicho gasto junto a la inversión privada son los motores que ejercen un efecto multiplicador y de arrastre sobre todos los sectores económicos.
El nuevo paquete económico tiene entre sus metas una reducción del gasto equivalente al 1.2% del Producto Interno Bruto (PIB) y así lograr un superávit primario equivalente al 0.1% del PIB, por ello veremos en 2017 un menor crecimiento económico, menor generación de empleo y una posposición de las necesidades de quien menos tiene.
AGONIZA UN MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO: EL NEOLIBERALISMO
El libérrimo mercado y la apertura comercial llevan a un incremento en la competencia internacional y nacional que debilita a las empresas a través de la erosión de sus utilidades. En México, por dar un ejemplo cercano, el 94% de las empresas son microempresas, sin posibilidades de obtener un crédito bancario y financiando su operación con tarjetas de créditos.
Las empresas medianas enfrentan, por su parte, un desgaste continuo por la inyección de recursos que requieren para lograr productos innovadores y competitivos. La disputa por mantenerse en el mercado y la lucha por obtener el favor de los consumidores, ha reducido el margen de sus utilidades y con ello, los incentivos para producir bienes y servicios, generar empleos y pagar mejores salarios y, a mayor competencia, menor posibilidad de ser rentables.
Todo ello ha generado un proceso de precarización del mercado laboral, mediante la disminución de los salarios nominales.
Volviendo al caso de México, en 2007 la remuneración media en la industria manufacturera en México era de 4.6 dólares por hora, en 2015 fueron 4.2 dólares de acuerdo con datos del INEGI, y los salarios mínimos reales perdieron el 83.6% de su poder adquisitivo de 1987 a 2015, de acuerdo al Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM. Al mismo tiempo se ha presentado la reducción de las prestaciones, la des-sindicalización, la disminución de los empleos permanentes y el incremento del empleo temporal, a destajo, de capacitación etc. Todo ello resultado del denominado proceso de "flexibilización laboral", cuyo objetivo prioritario era permitir a las empresas reducir los costos laborales, y ajustar la oferta laboral a las necesidades de un entorno de demanda cambiante, volátil y reducida, que les permitiera sobrevivir en una economía globalizada, utilizando los bajos salarios como elemento fundamental de su competitividad y, a la vez, como interesante atractivo para la inversión extranjera directa.
El debilitamiento de los mercados internos, producto a su vez de la precarización laboral y la concentración de los ingresos y la riqueza, ha generado un débil crecimiento económico que impide la reducción de la pobreza y el incremento en el bienestar social de la población no solo en México, sino también a nivel global.
El mundo, en general, se caracteriza por una atonía en su crecimiento económico, con baja generación de empleos y una creciente concentración del ingreso y la riqueza, lo que a su vez retroalimenta un sentimiento anti-globalización y nacionalista que eleva las barreras proteccionistas en el comercio internacional reduciendo su dinamismo, y que da fortaleza a un renovado populismo tanto de derecha como de izquierda, que amenaza con poner en los gobierno a peligrosos personajes políticos egocentristas y megalómanos que aprovechan la avidez de los jóvenes por escuchar promesas de crecimiento económico, mejores empleos y bienestar en base a esquemas insostenibles económicamente, y marginantes por su alto contenido anti-inmigrantes, xenofóbicos, machistas y retrógrados.
A pesar que la inflación a nivel país y a nivel mundial se mantiene en niveles históricamente bajos, no hay un crecimiento económico robusto, que garantice un mayor bienestar social, y una mejor distribución del ingreso y la riqueza. No importa la cantidad de recursos destinados al combate a la pobreza, ellos son siempre insuficientes.
Tal como lo expresa el nuevo Secretario de Hacienda y Crédito Público José Antonio Meade, tanto la política monetaria como la política fiscal tienen muy poco margen de acción para operar. La primera ha llegado a sus límites inferiores y en algunos países los ha llevado a poner tasas de interés negativas. Por su parte la política fiscal se caracteriza por un notable crecimiento de la deuda pública, tanto interna como externa, que retroalimenta el juego especulativo en los mercados de dinero y de capital.
La política monetaria, principal instrumento de un modelo neoliberal, muestra claros signos de agotamiento, al grado tal que hemos transitado a lo que se denomina un esquema monetario no convencional, donde los bancos centrales de los países desarrollados, en su afán por generar dinamismo económico mediante la re-activación de los préstamos y créditos bancarios, han inyectado impresionantes cantidades de liquidez en los mercados operando no solo a través de la banca comercial, sino de otras instituciones financieras bancarias y no bancarias.
Un largo período de tasas de interés en niveles cercanos a cero, ha operado como incentivo que ha elevado el endeudamiento de las empresas, quienes a su vez no lo han utilizado para aumentar la producción o el empleo, sino para re-invertirlo en los mercados de capitales tratando de obtener rendimientos que satisfagan a ávidos socios en capital (shareholders y stockholders), promoviendo con ello una mayor concentración de la riqueza y de los ingresos derivados de ella.
Los gobiernos en los países desarrollados no han encontrado la forma dinamizar la inversión productiva, y las bajas utilidades derivadas de la actividad productiva, mueven los capitales hacia la especulación en los mercados financieros, así podemos constatar, de forma simultánea, un bajo nivel inflacionario en el mercado de productos y una inflación financiera en el mercado de dinero y de capitales.
Algunos bancos centrales se han visto obligados a transitar a tasas de interés negativas sobre las cuales no tenemos mucha experiencia y por lo mismo no nos permiten prever sus consecuencias a futuro, pero dichas tasas han minado la liquidez y las hojas de balance de los fondos de pensiones, las compañías de seguros y los fondos de inversión.
La política fiscal por su parte, también muestra agotamiento, la deuda pública externa se encuentra en elevados niveles que amenazan la estabilidad macroeconómica por sus efectos sobre el tipo de cambio y la volatilidad financiera internacional. Las medidas instrumentadas para mantener el deseado equilibrio fiscal transitan por la reducción del gasto público, evitando elevar los impuestos y aranceles, lo que a su vez deprime aún más la economía, ya que el gobierno es un gran consumidor de bienes y servicios, que a su vez genera infraestructura básica para la población y la estructura productiva del país.
Lo que hay detrás de éste fenómeno, en resumidas cuentas, es resultado de un modelo agotado que ha generado: mercados internos deprimidos por el debilitamiento de los mercados laborales; salarios no remuneradores que impiden que el consumo de las familias sean la fuente del crecimiento económico; ganancias erosionadas que enfocan los capitales hacia los mercados financieros y la especulación, abonando a la concentración del ingreso y la riqueza en una creciente economía casino que promueve la volatilidad financiera, los efectos dominó y el auge de los mercados especulativos: tanto de divisas como de activos financieros.
Hoy necesitamos un nuevo modelo de desarrollo económico que tome en cuenta el bienestar familiar y los salarios remuneradores, además de la mejora de las condiciones laborales para impulsar al principal motor de crecimiento económico en cualquier país, el consumo de los hogares que por si sólo es al menos cuatro veces mayor al gasto público, dos veces mayor a las exportaciones y tres veces mayor a la inversión privada.
Las empresas medianas enfrentan, por su parte, un desgaste continuo por la inyección de recursos que requieren para lograr productos innovadores y competitivos. La disputa por mantenerse en el mercado y la lucha por obtener el favor de los consumidores, ha reducido el margen de sus utilidades y con ello, los incentivos para producir bienes y servicios, generar empleos y pagar mejores salarios y, a mayor competencia, menor posibilidad de ser rentables.
Todo ello ha generado un proceso de precarización del mercado laboral, mediante la disminución de los salarios nominales.
Volviendo al caso de México, en 2007 la remuneración media en la industria manufacturera en México era de 4.6 dólares por hora, en 2015 fueron 4.2 dólares de acuerdo con datos del INEGI, y los salarios mínimos reales perdieron el 83.6% de su poder adquisitivo de 1987 a 2015, de acuerdo al Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM. Al mismo tiempo se ha presentado la reducción de las prestaciones, la des-sindicalización, la disminución de los empleos permanentes y el incremento del empleo temporal, a destajo, de capacitación etc. Todo ello resultado del denominado proceso de "flexibilización laboral", cuyo objetivo prioritario era permitir a las empresas reducir los costos laborales, y ajustar la oferta laboral a las necesidades de un entorno de demanda cambiante, volátil y reducida, que les permitiera sobrevivir en una economía globalizada, utilizando los bajos salarios como elemento fundamental de su competitividad y, a la vez, como interesante atractivo para la inversión extranjera directa.
El debilitamiento de los mercados internos, producto a su vez de la precarización laboral y la concentración de los ingresos y la riqueza, ha generado un débil crecimiento económico que impide la reducción de la pobreza y el incremento en el bienestar social de la población no solo en México, sino también a nivel global.
El mundo, en general, se caracteriza por una atonía en su crecimiento económico, con baja generación de empleos y una creciente concentración del ingreso y la riqueza, lo que a su vez retroalimenta un sentimiento anti-globalización y nacionalista que eleva las barreras proteccionistas en el comercio internacional reduciendo su dinamismo, y que da fortaleza a un renovado populismo tanto de derecha como de izquierda, que amenaza con poner en los gobierno a peligrosos personajes políticos egocentristas y megalómanos que aprovechan la avidez de los jóvenes por escuchar promesas de crecimiento económico, mejores empleos y bienestar en base a esquemas insostenibles económicamente, y marginantes por su alto contenido anti-inmigrantes, xenofóbicos, machistas y retrógrados.
A pesar que la inflación a nivel país y a nivel mundial se mantiene en niveles históricamente bajos, no hay un crecimiento económico robusto, que garantice un mayor bienestar social, y una mejor distribución del ingreso y la riqueza. No importa la cantidad de recursos destinados al combate a la pobreza, ellos son siempre insuficientes.
Tal como lo expresa el nuevo Secretario de Hacienda y Crédito Público José Antonio Meade, tanto la política monetaria como la política fiscal tienen muy poco margen de acción para operar. La primera ha llegado a sus límites inferiores y en algunos países los ha llevado a poner tasas de interés negativas. Por su parte la política fiscal se caracteriza por un notable crecimiento de la deuda pública, tanto interna como externa, que retroalimenta el juego especulativo en los mercados de dinero y de capital.
La política monetaria, principal instrumento de un modelo neoliberal, muestra claros signos de agotamiento, al grado tal que hemos transitado a lo que se denomina un esquema monetario no convencional, donde los bancos centrales de los países desarrollados, en su afán por generar dinamismo económico mediante la re-activación de los préstamos y créditos bancarios, han inyectado impresionantes cantidades de liquidez en los mercados operando no solo a través de la banca comercial, sino de otras instituciones financieras bancarias y no bancarias.
Un largo período de tasas de interés en niveles cercanos a cero, ha operado como incentivo que ha elevado el endeudamiento de las empresas, quienes a su vez no lo han utilizado para aumentar la producción o el empleo, sino para re-invertirlo en los mercados de capitales tratando de obtener rendimientos que satisfagan a ávidos socios en capital (shareholders y stockholders), promoviendo con ello una mayor concentración de la riqueza y de los ingresos derivados de ella.
Los gobiernos en los países desarrollados no han encontrado la forma dinamizar la inversión productiva, y las bajas utilidades derivadas de la actividad productiva, mueven los capitales hacia la especulación en los mercados financieros, así podemos constatar, de forma simultánea, un bajo nivel inflacionario en el mercado de productos y una inflación financiera en el mercado de dinero y de capitales.
Algunos bancos centrales se han visto obligados a transitar a tasas de interés negativas sobre las cuales no tenemos mucha experiencia y por lo mismo no nos permiten prever sus consecuencias a futuro, pero dichas tasas han minado la liquidez y las hojas de balance de los fondos de pensiones, las compañías de seguros y los fondos de inversión.
La política fiscal por su parte, también muestra agotamiento, la deuda pública externa se encuentra en elevados niveles que amenazan la estabilidad macroeconómica por sus efectos sobre el tipo de cambio y la volatilidad financiera internacional. Las medidas instrumentadas para mantener el deseado equilibrio fiscal transitan por la reducción del gasto público, evitando elevar los impuestos y aranceles, lo que a su vez deprime aún más la economía, ya que el gobierno es un gran consumidor de bienes y servicios, que a su vez genera infraestructura básica para la población y la estructura productiva del país.
Lo que hay detrás de éste fenómeno, en resumidas cuentas, es resultado de un modelo agotado que ha generado: mercados internos deprimidos por el debilitamiento de los mercados laborales; salarios no remuneradores que impiden que el consumo de las familias sean la fuente del crecimiento económico; ganancias erosionadas que enfocan los capitales hacia los mercados financieros y la especulación, abonando a la concentración del ingreso y la riqueza en una creciente economía casino que promueve la volatilidad financiera, los efectos dominó y el auge de los mercados especulativos: tanto de divisas como de activos financieros.
Hoy necesitamos un nuevo modelo de desarrollo económico que tome en cuenta el bienestar familiar y los salarios remuneradores, además de la mejora de las condiciones laborales para impulsar al principal motor de crecimiento económico en cualquier país, el consumo de los hogares que por si sólo es al menos cuatro veces mayor al gasto público, dos veces mayor a las exportaciones y tres veces mayor a la inversión privada.
TRUMP EN MÉXICO: ¿ACIERTO O DESACIERTO?
Es claro, para todos los mexicanos, que el haber invitado al candidato presidencial de Estados Unidos Donald Trump ha México ha sido un grave error, un error en tres dimensiones: estratégico, diplomático, y político.
La población en general se siente agredida, ofendida y disgustada y ello no apoya al presidente Peña Nieto y se suma a la gran cantidad de errores que lo han puesto en el nivel más bajo de popularidad de acuerdo con la última encuesta GEA-ISA.
El problema magisterial, la inestabilidad social generada por el crimen organizado, las propiedades inmobiliarias, el bajo crecimiento económico y ahora esto, generan en la población un rechazo total que debilita la gobernabilidad del país.
Es un error estratégico, porque no se tuvo la paciencia y prudencia de esperar el resultado de las elecciones en Estados Unidos, ¡no era el momento oportuno! y ¡no era necesario! Esperar el resultado hubiera permitido saber con quién debemos negociar y determinar una estrategia para el diálogo, adicionalmente evitamos un malestar en el otro candidato. Hoy Hillary Clinton puede sentirse desplazada y ofendida.
Es también un error estratégico el haberlo invitado a la casa presidencial, otro lugar hubiera generado tal vez, un menor sentimiento de agravio, por ejemplo el haberse encontrado en la frontera, digamos en el Paso Texas.
Igualmente es un error diplomático, sobre todo cuando el resto del mundo y en especial los líderes de los países desarrollados han evitado y evadido el tema para no dar un respaldo político a un candidato cuyas propuestas amenazan la estabilidad financiera, geopolítica y geoeconómica internacional.
A lo anterior se agrega la imprudencia de no haber esperado la respuesta de Hillary Clinton y sumando todavía más, no tenía necesidad de aceptar la precipitada respuesta de Trump, ¡no había prisa alguna!, sin embargo, Trump es un hombre sumamente astuto que reconoció la oportunidad en cuanto la vio para mostrarse benevolente con los mexicanos y mejorar su imagen con los latinos.
Del mismo modo es un error político externo e interno, que en el primer caso pone a México en entredicho ante los ojos del mundo que nos ve como un gobierno débil, pusilánime, temeroso, incapaz de defender el honor y dignidad de su propio pueblo. E internamente porque al parecer no fue consultado ni consensuado con los miembros del gabinete y porque no sólo debilita al PRI y a su plataforma política, sino a la figura presidencial y la credibilidad de los mexicanos en ella, elemento básico para operar la política económica y social y lograr las metas de crecimiento y bienestar.
La pregunta que todos nos hacemos es ¿por qué se ha cometido tal error? y la única respuesta explicable y que se desprende de las declaraciones posteriores del presidente es ¡el temor! El temor por nuestra estrecha dependencia de la economía norteamericana hacia la cual hemos enviado, en promedio de 2010 a 2016, el 80% de nuestras exportaciones y del cual recibimos el 49% de las importaciones, así como el 40% de la inversión extranjera directa y el 51% en 2015. De igual manera el 60% de los turistas vienen de dicho país y durante el 2015 el 18% de los turistas norteamericanos viajaron a México ¡el nivel más alto de la historia!, colocando a nuestro país como el principal destino en turismo de lujo de acuerdo con la Secretaria de Turismo.
Por su parte las remesas son la segunda fuente de divisas generando en 2015, 24 mil 784 millones de dólares y el 96% provienen de Estados Unidos de acuerdo con el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos.
Adicionalmente estudios recientes del Banco de México destacan la estrecha dependencia que nuestro ciclo económico manufacturero tiene del ciclo económico industrial de aquel país, de forma que la producción manufacturera en México se encuentra fuertemente determinada por los avances y retrocesos del sector industrial de nuestro vecino del norte. Somos dos economías fuertemente integradas pero ellos tienen el sartén por el mango.
Esa fue la motivación más fuerte para buscar un diálogo que permitiera ver a Trump que para Estados Unidos, México es un “socio estratégico comercial” donde gracias al TLCAN ambos países ganan, “que no es un juego de suma cero”, “que la frontera es un activo para la región”, “que se debe buscar la seguridad y la eficiencia en la frontera como una oportunidad conjunta”, “que existe un trasiego de armas de norte a sur y de drogas de sur a norte” en la que ambos países salen perdiendo. Si Trump lo entendió, ¡ese fue el único acierto!
La población en general se siente agredida, ofendida y disgustada y ello no apoya al presidente Peña Nieto y se suma a la gran cantidad de errores que lo han puesto en el nivel más bajo de popularidad de acuerdo con la última encuesta GEA-ISA.
El problema magisterial, la inestabilidad social generada por el crimen organizado, las propiedades inmobiliarias, el bajo crecimiento económico y ahora esto, generan en la población un rechazo total que debilita la gobernabilidad del país.
Es un error estratégico, porque no se tuvo la paciencia y prudencia de esperar el resultado de las elecciones en Estados Unidos, ¡no era el momento oportuno! y ¡no era necesario! Esperar el resultado hubiera permitido saber con quién debemos negociar y determinar una estrategia para el diálogo, adicionalmente evitamos un malestar en el otro candidato. Hoy Hillary Clinton puede sentirse desplazada y ofendida.
Es también un error estratégico el haberlo invitado a la casa presidencial, otro lugar hubiera generado tal vez, un menor sentimiento de agravio, por ejemplo el haberse encontrado en la frontera, digamos en el Paso Texas.
Igualmente es un error diplomático, sobre todo cuando el resto del mundo y en especial los líderes de los países desarrollados han evitado y evadido el tema para no dar un respaldo político a un candidato cuyas propuestas amenazan la estabilidad financiera, geopolítica y geoeconómica internacional.
A lo anterior se agrega la imprudencia de no haber esperado la respuesta de Hillary Clinton y sumando todavía más, no tenía necesidad de aceptar la precipitada respuesta de Trump, ¡no había prisa alguna!, sin embargo, Trump es un hombre sumamente astuto que reconoció la oportunidad en cuanto la vio para mostrarse benevolente con los mexicanos y mejorar su imagen con los latinos.
Del mismo modo es un error político externo e interno, que en el primer caso pone a México en entredicho ante los ojos del mundo que nos ve como un gobierno débil, pusilánime, temeroso, incapaz de defender el honor y dignidad de su propio pueblo. E internamente porque al parecer no fue consultado ni consensuado con los miembros del gabinete y porque no sólo debilita al PRI y a su plataforma política, sino a la figura presidencial y la credibilidad de los mexicanos en ella, elemento básico para operar la política económica y social y lograr las metas de crecimiento y bienestar.
La pregunta que todos nos hacemos es ¿por qué se ha cometido tal error? y la única respuesta explicable y que se desprende de las declaraciones posteriores del presidente es ¡el temor! El temor por nuestra estrecha dependencia de la economía norteamericana hacia la cual hemos enviado, en promedio de 2010 a 2016, el 80% de nuestras exportaciones y del cual recibimos el 49% de las importaciones, así como el 40% de la inversión extranjera directa y el 51% en 2015. De igual manera el 60% de los turistas vienen de dicho país y durante el 2015 el 18% de los turistas norteamericanos viajaron a México ¡el nivel más alto de la historia!, colocando a nuestro país como el principal destino en turismo de lujo de acuerdo con la Secretaria de Turismo.
Por su parte las remesas son la segunda fuente de divisas generando en 2015, 24 mil 784 millones de dólares y el 96% provienen de Estados Unidos de acuerdo con el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos.
Adicionalmente estudios recientes del Banco de México destacan la estrecha dependencia que nuestro ciclo económico manufacturero tiene del ciclo económico industrial de aquel país, de forma que la producción manufacturera en México se encuentra fuertemente determinada por los avances y retrocesos del sector industrial de nuestro vecino del norte. Somos dos economías fuertemente integradas pero ellos tienen el sartén por el mango.
Esa fue la motivación más fuerte para buscar un diálogo que permitiera ver a Trump que para Estados Unidos, México es un “socio estratégico comercial” donde gracias al TLCAN ambos países ganan, “que no es un juego de suma cero”, “que la frontera es un activo para la región”, “que se debe buscar la seguridad y la eficiencia en la frontera como una oportunidad conjunta”, “que existe un trasiego de armas de norte a sur y de drogas de sur a norte” en la que ambos países salen perdiendo. Si Trump lo entendió, ¡ese fue el único acierto!
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