A nivel mundial existe un fenómeno que a simple vista parece curioso: una elevada tasa de desempleo y un gran número de vacantes en las empresas que no puede ser llenado. Ello indica que los trabajadores no encuentran un puesto de trabajo y las empresas no encuentran al trabajador que cumpla con las competencias requeridas por dicho puesto.
Esta brecha existente entre oferta y demanda de trabajo se conoce como brecha laboral y es del 26% para el caso de México de acuerdo con la Encuesta de Competencias Profesionales del 2014 del Centro de Investigación para el Desarrollo.
El estudio establece que el 55% de los profesionistas en México no encuentran o no laboran en las áreas para las que estudiaron, lo que equivale a 4 millones de profesionistas trabajando en campos diferentes a su especialidad.
Contrariamente a lo esperado, las empresas argumentan que muchos de los jóvenes están sobrepreparados en conocimientos duros, pero subcalificados en habilidades de comunicación, expresión e interrelación social.
Para las empresas estos jóvenes no tienen las competencias necesarias para el puesto requerido, pero lo importante a resaltar es que ello no obedece a la falta de conocimientos científicos y tecnológicos (conocimientos duros) en los que las universidades se especializan, sino a la falta de competencias tan simples como: comunicación escrita, puntualidad, iniciativa, proactividad, sentido de responsabilidad, capacidad de síntesis de información y, pensamiento lógico y ágil (conocimientos suaves), elementos que se generan desde la educación primaria pero también en la familia.
Para el caso de nuestro estado “Jalisco", el tamaño de la brecha laboral es del 20% y las principales deficiencias de nuestros jóvenes se ubican en: herramientas de comunicación, imagen personal, liderazgo, innovación, cultura general y trabajo en equipo.
Cosas tan importantes para una empresa como son: el saber dar y recibir órdenes, el saber negociar y resolver conflictos dentro del área de trabajo, dar y recibir retroalimentación, saber escuchar a los demás, apego a procedimientos y atención al detalle (elementos todos ellos relacionados con aptitud y actitud), son fundamentales para el buen desempeño organizacional y funcional de la empresa. Y lo mismo sucede con capacidades para detección de oportunidades de mejora en procesos o productos, generación de nuevas ideas, adaptación a prácticas de otros sectores, confianza en sí mismo, sentido de responsabilidad y saber tratar a un cliente.
No menos importante es el saber colaborar en equipo, el resolver conflictos de forma rápida y eficaz, el autoconocimiento de fortalezas y debilidades, además de la coordinación de equipos de trabajo. Todos éstos son elementos indispensables en la empresa, sobre todo si reconocemos a la empresa como un ente esencialmente antropológico donde el trabajo de las personas es el que crea valor económico.
Existe por lo tanto un corresponsabilidad en estas deficiencias que atañe no solo a todas las instituciones educativas de los diferentes niveles de preparación, sino también a los padres de familia que no se preocupan porque sus hijos desarrollen un sentido de responsabilidad, putualidad, asertividad y solución de problemas.
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