El día de hoy el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido dar un mayor estímulo monetario a la euro-zona, el objetivo es inyectar liquidez al sistema para estimular el crecimiento económico y estimular la inflación, ya que en los dos últimos trimestres el crecimiento fue de apenas un 0.3%, es decir un 1.5% anual, insuficiente para evitar el empobrecimiento de su población. Por su parte, la inflación fue menor al 0.2% en 2015, cayendo en deflación dos veces, de enero a abril del 2015 y en febrero de éste 2016.
Esta política monetaria no convencional establece cinco medidas: reducir la tasa de refinanciamiento al 0%, bajar la tasa de interés de facilidades de préstamo al 0.25%, aumentar “en terreno negativo” la tasa de interés sobre facilidades de depósito a -0.40%, ampliar la compra de activos a 80 mil millones de euros por mes y comprar euro-bonos con grado de inversión emitidos por sociedades no bancarias.
La idea principal es des-estimular el ahorro, incentivar el consumo de la población, la inversión productiva y el crédito bancario, el problema es que su decisión se asemeja más a empujar una cuerda para sacar al burro del barranco en lugar de jalar de ella.
En Europa están viviendo ¡un proceso deflacionario en medio de un exceso de liquidez!
El BCE ha inyectado dinero a través de la compra de activos por 700 millones de euros, sin lograr sus objetivos y lo que ha sucedido es que dicha liquidez se canaliza a los mercados de dinero y de capitales en búsqueda de rendimiento y seguridad, generando una inflación bursátil y una volatilidad financiera sin precedentes.
Lo que el BCE olvida es que el crédito bancario está dirigido por la demanda, es decir los bancos no pueden prestar a menos que tengan solicitudes de crédito, y las empresas y familias no desean créditos porque las primeras no ven rentabilidad futura en su actividad productiva, es decir sus ventas no aumentan, y las segundas no quieren gastar porque esperan que los precios sigan bajando (debido a la deflación), adicionalmente tienen incertidumbre sobre la seguridad de su empleo y la salud de las empresas.
En pocas palabras la euro-zona está instalada en una trampa de liquidez y las medidas tomadas ponen en serios riesgos la salud financiera de los fondos de pensiones, de las compañías de seguros y de la propia banca comercial; los dos primeros porque dependen de los rendimientos de sus inversiones para hacer frente a sus pasivos, compromisos con los pensionados y asegurados, y estas medidas disminuyen los rendimientos; mientras que la banca comercial no logra colocar el dinero en créditos al tiempo que disminuyen los depósitos de los ahorradores, el problema se intensifica porque el banco central penaliza los depósitos en su cuenta corriente.
La única manera de generar estímulo económico será elevando el gasto público, para que éste pueda entrar como agente multiplicador de crecimiento económico en un escenario de baja demanda agregada, es decir en un escenario en que se contrae el consumo de las familias, la inversión de las empresas y el comercio internacional.
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